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 domingo, 13 de febrero de 2005  
Dura imputación. Se define la causa judicial por el ataque a una joven madre de 27 años cuando iba en moto por Sucre y San Juan
Declaran responsables a dos menores por el homicidio de Carla Palma
El juez afirmó que tuvieron una deliberada intención homicida. Los defensores creen que quisieron robarla y que la muerte fue un resultado no buscado. La chica fue golpeada en un brazo, perdió el control y chocó con un árbol

María Laura Cicerchia / La Capital

Un árbol que invade la calle en el lugar justo donde dos pibes se deciden a robar una moto. Una chica que va a trabajar y se topa con la emboscada. Un palazo sobre su brazo derecho que la hace tambalear, el ciclomotor que se descontrola y el árbol que se vuelve un escollo insalvable: así murió Carla Palma una madrugada de junio cargada de niebla al estrellarse contra un grueso tronco, el único de la cuadra que desbordaba el cordón de la vereda. Los dos pibes que la abordaron, que están presos desde entonces, fueron declarados autores penalmente responsables de esa muerte por el juez de Menores Jorge Zaldarriaga. Los encontró culpables de un homicidio doblemente calificado: por la alevosía y por el propósito de robo.

Esa resolución que los considera autores de la muerte de la joven empleada de 27 años contiene el encuadre legal con el que podrían ser condenados en el futuro, si el juez lo considera necesario (ver aparte). Pero el enfoque del juez, quien analizó que hubo una deliberada intención homicida por parte de los menores, es discutido por la defensa de los dos jóvenes, que hoy tienen 18 años y siguen detenidos en el Irar.

Para los abogados José Ferrara y Adrián Ruiz los pibes no quisieron matar a Carla sino robarle. Por eso apelaron ante la Cámara Penal, que decidirá la figura a aplicar en definitiva.

Así, el pronunciamiento del juez Zaldarriaga es el eje de un debate en el que se discute si los pibes cometieron un homicidio intencional o prepararon una emboscada sólo para robar, sin proponerse el resultado trágico. En el centro de la discusión está cuál fue la verdadera intencionalidad de los dos chicos; lo que tuvieron voluntad de hacer el lunes 23 de junio de 2003. Es que al cabo de dos años de investigación, no hay dudas del modo en que murió la joven empleada. La mecánica del hecho está clara, pero se discute cuál fue el propósito de los dos menores: si matar o robar.

Jorge Zaldarriaga no tuvo dudas de que Juan y Aaron, los amigos de entonces 16 años, cometieron un homicidio alevoso para quedarse con el vehículo. Bajo esa figura penal los consideró responsables en la causa y dispuso que sigan alojados en el Irar, mientras continúa la intervención tutelar del juzgado.


El último día
Su resolución, firmada el 3 de febrero pasado, se basó en la pericia médica, la autopsia, la declaración de los mismos menores, la reconstrucción del hecho y las testimoniales. Con esos elementos sobre la mesa, concluyó que los muchachos se aprovecharon de la indefensión de Carla al abordarla en Sucre y San Juan aquella madrugada de invierno.

Carla, como todos los días, había dejado temprano su casa de Empalme Graneros, donde vivía con su nene de 9 años y su pareja, para llegar a horario a su trabajo. Hacía seis años que era una empleada ejemplar de la estación de servicios YPF de Felipe Moré y Mendoza, donde cumplía turnos rotativos y atendía el minishop y los surtidores. Casi siempre hacía el mismo recorrido para llegar hasta el lugar con la moto que se había comprado en cuotas.

Estaba a un par de cuadras de la estación cuando entre la niebla divisó, a su derecha, a dos jóvenes parados en el pavimento que la esperaban con dos gruesos palos en sus manos.

Carla aceleró, bajó la cabeza, y entonces un palazo cayó sobre su brazo derecho. El golpe le hizo perder el dominio de su Honda Dax bordó. La moto empezó a zigzaguear y rozó contra el cordón izquierdo de calle Sucre. Y luego de un corto trecho la joven se estrelló contra el tronco de un árbol ancho que asomaba hacia la calle. El cráneo le estalló en el lugar, del que los pibes se fueron con la moto averiada por el impacto.

Juan y Aaron se fueron a la casa de un familiar. La policía los encontró porque un vecino y un nene de 7 años los vieron cuando corrían por la vía paralela a Felipe Moré con la moto a cuestas. Los detuvieron en sus casas de San Luis y Paraná, un sector más empobrecido del barrio República sindicado como de "los chilenos", a quienes los vecinos acusan de robos varios en la zona.

Terminaba así para ellos un día que había arrancado al terminar la reunión nocturna con sus novias. Entonces decidieron robar una moto para no tener que caminar, según dijeron. Unos metros antes del lugar elegido, Aaron arrancó el palo de un cartel de "no arrojar basura" y lo partió en dos. Juan fue quien golpeó a Carla, aunque él dijo que ese fue un roce involuntario.

"Los golpes mortales se producen contra el árbol y seguramente a la conductora le resultó imposible esquivar el impacto mortal", dictaminó la pericia mecánica. Esa y otras pruebas tuvo en cuenta Zaldarriaga para convencerse, en sintonía con la fiscal del caso, de que hubo voluntad homicida. El juez consideró que los pibes tuvieron "un ánimo decidido e inconfundible de agredir". Que el palazo que descontroló a Carla fue voluntario. También entendió que la chica "no encontró otra posibilidad de acción que la de acelerar intentando zafar del ataque".

En términos legales, para Zaldarriaga los jóvenes prepararon un homicidio para facilitar el robo posterior. Y el crimen fue alevoso porque no hubo peligro para los autores y éstos aprovecharon la indefensión de la víctima. Esto prefigura, a su criterio, un homicidio calificado por el robo y la alevosía. Una figura que, para los adultos, contempla una pena de prisión o reclusión perpetua. A los menores, en caso de condena, pueden reducirles la pena como si el delito hubiera quedado en tentativa.

Para los abogados Ruiz y Ferrara fue otra la motivación de la conducta de los menores. Ellos plantean que, en última instancia, hubo un robo seguido de muerte, figura prevista en el artículo 165 del Código Penal y que en derecho se conoce como latrocinio. Esto ocurre cuando en medio de un asalto, ya sea por acción del ladrón o por una causa fortuita, muere la víctima.

El núcleo del planteo de la defensa propone que no quisieron matar sino robar. Que quisieron apropiarse en forma ilegítima de un bien pero no esperaron una muerte. "En este caso se lamenta la pérdida de una joven muy querida. Pero a pesar de ello los menores tienen derecho a un juicio justo", reclamaron.

Los defensores refutan la idea de que la chica estaba absolutamente indefensa, condición necesaria para que haya alevosía. Sin dejar de reconocer que en todo caso sus defendidos provocaron las condiciones que determinaron la muerte de Carla, creen que el resultado habría sido otro si la chica detenía la marcha, si el árbol no estaba allí o la joven llevaba puesto casco. La figura que proponen, para los mayores, supone una pena más baja que la anterior: reclusión o prisión de 10 a 25 años.
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El lugar donde murió Carla. Aseguran que conocía a sus agresores.

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