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 domingo, 13 de febrero de 2005  
La prensa mexicana paga un tributo muy alto en la guerra contra los cárteles de narcotraficantes
Varios redactores han sido salvajemente asesinados por sicarios para que abandonen sus investigaciones

Tim Gaynor

El periodista mexicano Francisco Arratia escribía frecuentes críticas contra los narcotraficantes y policías corruptos por arruinar la vida de su ciudad natal, localizada en la frontera con Estados Unidos.

Cuando los narcotraficantes fueron por él, le abrieron las palmas de sus manos y le destrozaron los dedos con un instrumento contundente, que pudo haber sido un martillo. Después derramaron ácido en sus heridas y lo golpearon hasta que su corazón dejó de latir.

El columnista de Matamoros, al sur de Brownsville, Texas, fue uno de tres periodistas mexicanos asesinados el año pasado en la frontera entre México y Estados Unidos, en medio de un brote de violencia vinculada con el narcotráfico.

Los medios han advertido que la calurosa región donde los cárteles de la droga luchan por el control del lucrativo comercio de cocaína, marihuana y anfetaminas se ha convertido en uno de los sitios más peligrosos para los periodistas.

Los ataques son tan intimidatorios que incluso el destacado editor Jesús Blancornelas, considerado como el decano de los periodistas fronterizos, dice que se arrepiente de haber iniciado su semanario de investigación Zeta, con sede en Tijuana.

La muerte de Arratia el 31 de agosto ocurrió después del asesinato en junio de otro editor de una revista en Tijuana, y el apuñalamiento de un editor de un diario en Nuevo Laredo, al sur de Laredo, Texas, en circunstancias poco claras en marzo.


Decenas de ejecuciones
En meses recientes, los cárteles han ejecutado decenas de personas y más de 100 ciudadanos estadounidenses y mexicanos han sido secuestrados en la frontera, llevando al gobierno mexicano a librar una guerra total contra los cárteles.

En la medida en que la violencia aumenta, los periodistas se encuentran cada vez más en la línea de fuego.

"Si haces periodismo de investigación en la frontera, en particular sobre narcotráfico, entonces te enfrentas a la muerte", dijo Carlos Lauria del Comité para Protección de Periodistas en Nueva York.

"Periodistas, editores y columnistas están siendo asesinados y se está convirtiendo en uno de los sitios más peligrosos para trabajar en América", agregó.

De acuerdo con la organización Reporteros sin Fronteras, en México el año pasado murieron más periodistas que en cualquier otra parte del hemisferio. A nivel mundial sólo Irak, Bangladesh y Filipinas registraron más muertes.

El editor Blancornelas ha perdido a dos colegas y a un guardaespaldas en ataques armados desde la fundación de su publicación en 1980. Blancornelas, quien vive custodiado por guardias armados desde que sobrevivió a un brutal ataque de miembros de cartel de Tijuana en 1997, dice que el costo en vidas ha sido muy alto.

"Seguimos investigando e insistiendo sobre el esclarecimiento de los asesinatos de nuestros compañeros. De otra forma, ya estaría en mi casa descansando", dijo. "Me arrepiento de haber hecho el periódico Zeta porque ha costado mucho".

El co-editor de Zeta, Francisco Ortiz, fue asesinado a tiros frente a sus dos pequeños hijos en Tijuana el 22 de junio, semanas después de completar dos notas explorando vínculos entre el narcotráfico y autoridades mexicanas.

Por su parte, Arratia utilizaba su conocida columna para hacer reclamos a funcionarios corruptos y colaboradores de narcotraficantes locales, optando por deletrear sus nombres en letras mayúsculas.

Un hombre con vínculos con el cártel del Golfo que fue arrestado en otro caso se confesó más tarde culpable del asesinato y dijo a las autoridades que la orden había sido amedrentar a Arratia para que dejara su columna, no matarlo. (Reuters)
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La frontera, el escenario sangriento de los narcos.

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