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 domingo, 16 de enero de 2005  
De 1890: Matan al jefe de los guerreros sioux Toro Sentado

Guillermo Zinni / La Capital

El gran jefe de la tribu Hunkpapa Lakota de los indios sioux, Tatanka Iyotanka, más conocido como Toro Sentado, un hombre bondadoso, valiente y ejemplar, fue un caudillo admirado y querido por su pueblo. Nació a fines de agosto de 1831 en la zona de Grand River en Dakota del Sur, y desde niño mostró gran afición por la danza, la poesía y la música, algo que había heredado de su mamá. También dio muestras de tener habilidades para el liderazgo, y con el tiempo se adiestró en el arte de la guerra, llegando a montar "a pelo" con tal maestría que podía hacer malabares sobre el lomo de su caballo a la vez que galopaba. El gobierno de EEUU buscó anexar la tierra de los sioux y enviar a éstos a una reserva, y con este fin en 1874 fue enviada a esa zona una expedición liderada por el capitán George Armstrong Custer, héroe de la Guerra de Secesión, quien se internó con sus tropas en "Lomas negras", un área donde habían descubierto oro pero que era considerada sagrada por los sioux y que el Tratado de Fort Laramie (1868) había ubicado fuera del alcance de los blancos. Para evitar el atropello, Toro Sentado logró aliarse con otros jefes siouxs y cheyennes, y el 25 de junio de 1876 al mando de tropas de varias tribus se enfrentó al ejército norteamericano en la histórica batalla de Little Big Horn, donde le dieron de probar a los blancos un poco de su propia medicina y en menos de una hora aniquilaron al Séptimo de Caballería. El cuerpo de Custer quedó irreconocible, y sólo su caballo llamado Comanche quedó vivo. En 1881 Toro Sentado recibió una promesa de amnistía, pero cuando pisó territorio estadounidense fue apresado y confinado en una reservación. En 1885 lo dejaron salir de la misma para participar en el show "Salvaje Oeste", de Buffalo Bill. En 1889 regresó a la reserva y allí el mesías indígena Wovoca le enseñó la Danza de los Espíritus, un baile ritual que se había transformado en un movimiento político y que predecía la caída de los blancos opresores. Toro Sentado se unió a sus compañeros en el baile que convocaba al Gran Espíritu que liberaría a su pueblo. El 16 de enero de 1890 la policía de la reserva quiso arrestarlo por "perturbar la paz", pero los indios que lo acompañaban opusieron resistencia. Para cuando la batahola terminó, Toro Sentado y otros doce indios sioux habían sido asesinados.

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