Año CXXXVII Nº 48632
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 12/01
Autos 12/01
Turismo 09/01
Mujer 09/01
Economía 09/01
Señales 09/01

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 16 de enero de 2005  
Teatro: ¿Realidad o ficción?

Trabajamos arduamente todo el año mientras vamos soñando con las vacaciones ideales. Las añoramos como una merecida recompensa. Enero, sol y las fantasías almacenadas durante meses nos sorprenden caminando por la orilla del mar, intentando que la realidad coincida con la representación interna de nuestros deseos. Cada uno las imagina de diferentes maneras (no siempre compatibles con las ajenas).

Suele ocurrir que esas ilusiones personales entren en conflicto con las de los demás dado que para algunos puede ser viajar siempre al sitio preferido o, por el contrario, aventurarse al descubrimiento de lugares exóticos sin repetir el mismo destino. Puede ser distraerse de lo habitual rompiendo sistemáticamente con todas las rutinas, incluso las de los ritmos biológicos, o instaurar otras pero que constituyen idénticas prácticas repetitivas y obligatorias, causando similar agotamiento.

Puede significar, también, detenerse en la acelerada carrera diaria y buscar un espacio para el viaje interior, para reflexionar acerca de lo que nos pasa desapercibido en la cotidianeidad y, así, predisponerse mejor para gozar el presente y disfrutar el encuentro con los otros o con uno mismo. Después de una jornada de playa, con cansancio pero sin mayores compromisos, las personas van a la búsqueda de esparcimiento y distracción.

Mar del Plata, ciudad turística por excelencia, ofrece espectáculos para todos los gustos y expectativas. Para los griegos el teatro cumplía un abanico de funciones, algunas de la cuales perduran. Era un vehículo de exaltación de la cultura y consolidación de la identidad social, y también un instrumento de enseñanza de la moralidad, además de un medio para el entretenimiento. El teatro, asociado etimológicamente a la mirada, era también una actividad que permitía al espectador la purificación de su espíritu (la catarsis) viéndose reflejado en las ficciones de situaciones humanas universales, y confortándose en la evasión de sus preocupaciones.

A través de la risa o del llanto podía observar (en la representación de los actores) sus propios conflictos vitales. El teatro es un objeto cultural, una producción simbólica con resonancia social portador de un mensaje significativo y profundo que permite una lectura filosófica. A través de la acción dramática, la ficción se asimila con la realidad, nos habla acerca de la vida y nos ofrece miradas divergentes y enriquecedoras para interpretarla.

Se puede ir al teatro sólo a entretenerse, distraerse o también a desperdiciar el tiempo asistiendo a producciones superficiales aunque cuenten con el favor del público, y un desconcertante éxito de taquilla. Pero también se puede ir a pensar acerca de los sentimientos humanos universales: nuestros miedos, dudas, culpas, angustia, soledad o finitud conmoviéndonos con las historias de esos personajes tan semejantes a nosotros, y luego salir purificados para afrontar la trama de la propia vida. Un ejemplo de esas emociones que un actor transmite al público (que puede vivir como propias las escenas o diálogos de una obra) es "El gran regreso", interpretado por Alfredo Alcón, que trata de la relación de un padre con su hijo.

Previo a su presentación en Mar del Plata Alcón compartió reflexiones acerca del teatro, la filosofía y el amor.

-Sócrates creía que la misión del filósofo era despertar la conciencia de sus conciudadanos. ¿Cuál considerás que debería ser la misión del actor?

-Habría que ser poeta para poder contestarla con síntesis y belleza. Pero, en principio, supongo que es el puente que comunica los grandes pensamientos, que no son invento de él, pero que hace que esos mismos pensamientos lleguen a los otros. Su oficio debería ser decir esos grandes textos, acercándolos a la mayor cantidad de gente posible.

-Se podría entender que es una especie de mediador que ayuda a reflexionar traduciendo esas ideas que son, en parte, inaccesibles a la mayoría.

-Y a gozarlas y a divertirse. Es un puente lleno de color, de música, de alegría, de llanto. A pesar incluso del llanto y del dolor, la alegría de estar vivo, de todo lo trascendente que eso significa.

-A menudo hacés referencia a esta idea de finitud como resignificadora del sentido de la vida con una reminiscencia de la "cura heideggeriana", en la que la muerte es lo que torna valiosa a la existencia. ¿Se podría decir que es tu filosofía personal?

-Sí, claro. Si uno viviera eternamente no le daría valor a las cosas porque sabe que no las va a perder. La muerte le pone destino a la vida de cada ser humano. Cada uno sabe consciente o inconscientemente que le toca un tiempo, y que si no lo hace o lo dice hoy, ahora, en este tiempo en que estamos vivos, no sabemos si lo podremos decir en otro momento. Por lo tanto aprovechalo ahora.

-Ese Carpe Diem de Horacio, ese gozar el momento en que estás, presente en tu vida ¿en qué medida creés que influyó en la elección de tu vocación de actor?

-Creo que el inicio de las vocaciones es un misterio. Uno puede explicar por qué se compró este vestido pero por qué te enamoraste de alguien no lo podés explicar, había otras más lindas pero te enamoraste de una en particular...Con las vocaciones pasa lo mismo. ¿Por qué yo que nunca había ido al teatro me iba, cuando tenía cinco o seis años, a la azotea de mi casa cuando nadie me veía y me disfrazaba y me gustaba cuando había cortinas tendidas para lavar, y las usaba como capas? No sé por qué seguí esa vocación. Hoy mismo me lo pregunto muchas veces cuando veo mi nombre en una cartelera, y me digo: "Mirá, al final, terminé siendo yo, un actor".

-¿Así también se eligen las obras, los personajes? ¿A través de una intuición?

-Claro. Esos personajes, esas obras cuando uno las lee le dan ganas de contarlas a otros. Como cuando leés algo y llamás y decís: "¡Mirá qué lindo esto!" Querés compartir con otros eso que te pasó cuando estabas leyendo la obra.

-"El gran regreso" trata de la conflictiva relación entre un padre y un hijo pero debe haber un mensaje, también, para las mujeres en su rol de esposas y de madres. ¿Cuál es?

-Sí, en efecto, se trata de la relación de un padre y un hijo. Pero además de ese tema, la obra habla más del miedo que uno tiene a amar. Porque la persona que uno quiere tiene una llave que con una palabra te puede dar la alegría o la tristeza más grande. Entonces, ponemos murallas para que no se note que necesitamos al otro. Nos disfrazamos de muchas cosas para disimular que lo que queremos es decir "te quiero" y "queréme". Por eso la gente se ríe tanto durante la obra. Porque se dan cuenta que ellos también la están pasando o la pasaron. Sobre todo entre padres e hijos donde ni siquiera el lenguaje corporal está casi permitido. Ahora un poquito menos. Pero de todas maneras, el padre, la madre y el hijo se pueden tocar más, pero entre un padre y un hijo hay una distancia física cultural, que es una estupidez como tantas, y uno se arregla la vida de acuerdo a esos preceptos que te dieron equivocados.

Así como en la antigüedad con el teatro griego, el pueblo en su catarsis, aprendía, profundizaba en los grandes dramas y evolucionaba, sostenemos que lo mismo puede suceder en la actualidad, aún en vacaciones. Porque, como explicaba el poeta dionisíaco Jim Morrison: "Un concierto de The Doors es un encuentro público programado por nosotros para una clase especial de discusión dramática y diversión. Cuando actuamos estamos participando de la creación del mundo, y lo celebramos con el público."

Alicia Pintus. Filósofa y educadora.

www.philosopher.tk
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados