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 viernes, 19 de noviembre de 2004  
A un año y medio del Mundial Argentina aún muestra algunas flaquezas
La selección no convence
Pekerman deberá encontrar el funcionamiento ideal

La Argentina terminará el año primera en las eliminatorias, un privilegio al que el equipo se había desacostumbrado en este 2004 marcado a fuego por el sorpresivo portazo de Bielsa y la posterior asunción de Pekerman. Sin embargo, luego del 3-2 sobre Venezuela se respira cierto aire de inconformismo, entendible por cierto toda vez que el seleccionado siempre estará expuesto a la mayor de las exigencias. Como debe ser, por otro lado.

Es que, al margen de la indiscutible victoria sobre los venezolanos, quedaron sobrevolando varias dudas en torno al equipo. La primera y principal le compete específicamente a Pekerman. El técnico debería ponerse como prioridad encontrar el equipo ideal más temprano que tarde porque el tiempo pasa, Alemania 2006 no está tan lejos como parece y las posibilidades de ensayo son más bien escasas.

Es cierto que las lesiones y suspensiones hasta el momento no lo ayudaron, pero se torna imprescindible definir a una base de 18 jugadores. Para la delantera, por caso, Pekerman deberá decidir si tendrá seriamente en cuenta a Crespo, si imagina a Rosales y César Delgado jugando el Mundial, si Tevez es o no una pieza vital, si Figueroa es su nueve preferido y si Saviola es más útil como suplente que como titular.

Mal que les pese a Pekerman y al resto de los seleccionadores, la forma de disputa de las eliminatorias, con jugadores que se bajan de un avión y al día siguiente tienen que salir a la cancha, deja escaso margen para realizar pruebas.

Si actúa en consecuencia, José se verá obligado en breve a tomar decisiones que irremediablemente serán antipáticas para varios. Ejemplo: para el puesto de armador o enganche deberá optar entre Riquelme, Aimar, D'Alessandro, Insúa, el ahora relegado Verón, y hasta Solari, quien frente a Venezuela jugó suelto delante de la línea de volantes defensivos. Sí o sí, dos o tres de ellos quedarán afuera de la discusión. Pese a la incomodidad del caso, son decisiones que conviene no postergar.

Otro punto clave es el de la actitud del equipo. Las intenciones ofensivas de Pekerman están fuera de toda discusión, no obstante lo cual se percibe, o más bien se extraña, esa voracidad ganadora que tenía el seleccionado en tiempos de Bielsa.

El equipo de Bielsa seguramente no hubiera permitido que Venezuela le faltara el respeto como se lo faltó en algunos tramos del encuentro del miércoles. Con Pekerman, el seleccionado de a ratos se vuelve un equipo entre pasivo y somnoliento, quedando innecesariamente expuesto a lo que pueda producir ofensivamente su rival de turno.

Por otro lado, si antes se reclamaba un equipo menos acelerado y más pensante, ahora hay que pedir que la selección no adormezca el ritmo de juego más de la cuenta.

Ante los venezolanos hubo largos pasajes en los que se tocó demasiado hacia los costados, cuando las circunstancias aconsejaban mayor velocidad, el tan mentado cambio de ritmo, para sorprender.

En este punto habrá que encontrar un equilibrio, un punto intermedio entre ambos estilos.

¿La mala noche de Abbondanzieri debería replantear su presencia como titular? En principio no, porque un mal partido lo puede tener cualquiera y porque además en Boca está más acostumbrado a frustrar rivales que a padecerlos.

Con todo, también es cierto que el Pato es consciente que detrás suyo sobrevuela permanentemente la sombra de Costanzo, un arquero más salidor y rápido de piernas al que todavía le falta aplomo, pero cuyas actuaciones son seguidas con suma atención por Pekerman, quien de ninguna manera descarta tenerlo como titular en Alemania.

La cuestión pasa por buscar la excelencia y reducir al máximo los márgenes de error. Porque la verdadera historia, en definitiva, comenzará a escribirse en Alemania dentro de un año y medio.
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La selección gana, está puntera pero aún no termina de convencer.

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