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 viernes, 19 de noviembre de 2004  
Editorial
El legado de un humilde escritor

Reiteradas veces en estos últimos años de profunda crisis económica e institucional se ha clamado sin suerte por el advenimiento o la promoción de referentes sociales, culturales o profesionales comprometidos con su tiempo, con las demandas más urgentes de sus semejantes. Y dispuestos a realizar esfuerzos en procura del bien común, para construir una sociedad con menor porcentaje de exclusión y una economía mejor distribuida entre sus habitantes.

Si indagáramos sobre nuestros orígenes, procurando un ejemplo a emular -no ya en aquellas figuras decimonónicas, fundacionales de la Nación, por momentos tan complejas y polémicas, sino en aquellas más cercanas y entrañables-, uno de ellos sería sin dudas el escritor santafesino Gastón Gori.

Por ese prodigio que suelen guardar los ciclos naturales, cerró su tránsito el mismo día de su nacimiento, como un testimonio final, certero, de su coherencia de vida. Pero precisamente, coherencia en él no era simetría, sino ensamble sencillo entre las palabras y los actos, el mensaje y la conducta, los valores morales y su transparencia, la búsqueda de justicia y su capacidad para descubrir todo tipo de arbitrariedades, despojos, discriminaciones y, esencialmente, dejarlos expuestos en toda su obscenidad ante la sociedad y los poderes constituidos.

Su obra más conocida, "La Forestal", recorrió la segunda parte del siglo veinte abriendo conciencia en las nuevas generaciones sobre lo que verdaderamente ocurrió por el accionar de la compañía inglesa con los trabajadores hacheros del norte santafesino, sometidos a las formas más abyectas de explotación laboral, y con las especies arbóreas, cuya devastación se padece hasta el presente. Al mismo tiempo, su obra alertaba sobre la necesidad imperiosa de promulgar leyes que mejoren las condiciones de la clase trabajadora y de los recursos naturales, habida cuenta de las consecuencias trágicas que acarrean el afán de lucro y la falta de escrúpulos de los emprendimientos foráneos.

Su mirada sobre el contexto político y social de los inmigrantes que forjaron esta provincia -a pesar de dificultades para obtener la propiedad de las tierras que cultivaban y de una participación democrática que siempre resultó precaria e interrumpida- fue y sigue siendo insoslayable para comprender cabalmente nuestra historia, nuestra identidad y hasta nuestros sueños.

Gastón Gori recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade), pero fue siempre, como señaló Osvaldo Bayer, "un intelectual del pueblo, humilde, muy amigo de la justicia". Su optimismo y su obra son un legado que debe perdurar.
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