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 viernes, 19 de noviembre de 2004  
Yo recomiendo: "Gambetear a los sesudos del Congreso"

Rafael Ielpi (*)

El encanto de los fines de semana es que, por lo general -y digo por lo general porque subsisten quienes son esclavos de su trabajo los siete días de la semana-, uno puede darse algunos gustos que se le niegan durante el resto. En mi caso, tuve épocas (de acuerdo con la edad) en que los fines de semana servían para cosas como ir a bailar, salir de cacería, comer con amigos, ir a la cancha y sufrir, ver un espectáculo o ir al cine. En realidad, como quería Machado "todo pasa y todo queda", y algunas de aquellas recreaciones siguen compadeciéndose con los años que tengo, excepto salir de cacería (en el sentido que le asignara a la expresión el insigne Daniel Briguet) o ir a bailar. Por eso, este fin de semana, si alguien me pidiera una recomendación le diría lo que yo haría: iría a la muestra del Negro Fontanarrosa, un talento al que de tanto acostumbrarnos hemos perdido la enorme dimensión que tiene; me sentaría por la mañana del domingo en cualquiera de los ámbitos de la Fluvial a leer, por ejemplo, "Soldados de Salamina", de Javier Cercas o "¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?", de Raymond Carver, ya que leer el diario puede ser motivo de stress; trataría de hacer una pasada por el Parque España con la esperanza de ver qué cosas integran las 10 toneladas del Bibliomóvil de la Biblioteca del Congreso que se instalará en la explanada, gambeteando a los sesudos participantes del Congreso de la Lengua o, para no pecar de demasiado intelectual, iría con mi mujer a ver qué tan buenos son los restaurantes de Pichincha. Aunque pensándolo mejor, trataría de pergeñar un texto en honor de ese Congreso que, como al Quijote, casi nos quita el seso, que dijera por ejemplo: "Y estése el rico en su riqueza y el pobre en su desasimiento, que así conviene mejor al equilibrio que todo Reino bien nacido demanda, que como bien dice el antiguo pero siempre mentado refrán del Siglo de Oro, «cada cual habla de la feria según cómo le va en ella». Y como el loco por la pena es cuerdo, más allá de lo antojadizo de sus pasiones y de otros pertrechos de Natura, ruego que Nuestro Señor ilumine a este Congreso de la Lengua, como se lo merecen él y nuestra antigua Villa del Rosario y como nos importa a todos los que moramos en ella, cada cual con sus pesares y estrecheces".

(*) Director del C.C. Bernardino Rivadavia
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