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 viernes, 19 de noviembre de 2004  
Santa Fe capital

Apelando al término localía, quién no se siente orgulloso del lugar donde ha nacido. Santa Fe, desde su refundación en su actual emplazamiento, localizada en medio de cursos de agua, tuvo que hacer frente al asedio de los antiguos dueños de la tierra, a la pobreza, los mosquitos y en muchas etapas de su historia a los designios de una aristocracia gobernante al servicio de sus propios intereses. La capital de esta extensa provincia de dorados trigales y verdes llanuras siempre fue castigada por las inundaciones. Pero hubo una época donde esta ciudad tuvo un gran movimiento cosmopolita, con mucho trabajo, orden, seguridad y limpieza, a tal punto que hace medio siglo fue reconocida como la más limpia del país. Pero sometida luego al fenómeno de la atomización urbana, desmantelados sus ferrocarriles y puerto, destruido su comercio e industria y -como si fuera poco- con la inundación del río Salado, terminó en este tan devastador presente. Hoy en día no valen las comparaciones que se hacen sobre el progreso que han logrado muchas ciudades de esta provincia, ya hemos derramado muchas lágrimas por lo que nos ha pasado. A 431 años de aquel lejano 15 de noviembre de 1573, los santafesinos debemos asumir que estamos librados a nuestras propias fuerzas y que sacaremos adelante a nuestra ciudad, queriéndola, amándola y respetándola, porque el amor es eterno y la eternidad nunca muere.

Ricardo Carreño
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