Año CXXXVII Nº 48570
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Opinión
El Mundo
Información Gral
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Campo
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Salud 10/11
Autos 10/11
Turismo 07/11
Mujer 07/11
Economía 07/11
Señales 07/11

contacto
servicios
Institucional

 sábado, 13 de noviembre de 2004  
Cazador oculto: Todo un misterio para los lectores

Ricardo Luque / La Capital

Todos conocen a La Capital, pero pocos conocen sus interiores. No, su corazón, que late en cada artículo que publica en sus páginas, sino los ámbitos donde día a día la gente que trabaja en el diario poner a Rosario, sus alegrías y tristezas, sus apologías y rechazos, en blanco sobre negro, o lo que para estar más a tono con la Galaxia Gutemberg, en tinta y papel. Por eso la inauguración de un museo en los antiguos talleres de impresión del diario abre a los lectores un mundo nuevo. Pero más fascinantes que las historias que allí se cuentan fue el coctail que se sirvió para poner en marcha el proyecto. Se desarrolló en el patio central del matutino, donde la flor y nata de la prensa escrita rosarina se reunió para celebrar el acontecimiento. Allí estaban el poeta Sebastián Riestra, con una camisa a cuadros marrón y unos pantalones caqui tan viejos y arrugados que bien podrían haber formado parte de la exhibición. Igual que la frondosa barba de Edgardo Carmona, que en los 70 ya había pasado de moda y ahora, en plena era informática, sólo sirve para asustar a los niños que se portan mal. A su lado la remera roja Legacy de Lucas Ameriso, uno de los golden boys de la nueva generación de cronistas del periódico, parecía nueva y no lo era. Como los chistes que contaba Claudio Joison y que, con buen tino, nadie festejaba. No sólo olían a naftalina sino que además eran malísimos. Por fortuna el catering de Martha Cura era abundante y delicioso, y más de uno aprovechó el paso de una bandeja para huir despavorido, con la excusa de salir en busca de un canapé. En eso estaba el cronista tribunalicio Jorge Salum cuando de pronto se encontró en zona de contacto con las bellezas del Club del Diario. El periodista, un titán en la investigación policial pero un poco tímido con el sexo opuesto, buscó refugio junto a una de las mesas donde se servían los bocaditos y se llenó la boca con sandwiches de miga para no tener que hablar. Inútil. Su mirada lo decía todo. Sentía el ansia del vampiro que abandona la tumba cuando cae la noche. Y eso que Laura Vilche, la reina sin corona de la redacción, se había ido persiguiendo un sueño. ¿Un príncipe azul? No. Un libro, "La muerte de Artemio Cruz", de Carlos Fuentes.
enviar nota por e-mail
contacto
buscador


cartelera
  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados