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 jueves, 08 de julio de 2004

El primer "encierro" de San Fermín dejó 45 heridos
Ocho personas fueron hospitalizadas tras ser golpeadas o arrastradas por toros en calles de Pamplona

En el primero de los siete "encierros" de toros en la fiesta de San Fermín resultaron heridas ayer unas 45 personas. La Cruz Roja indicó que ocho de las víctimas fueron hospitalizadas temporalmente por diversas contusiones, roces o heridas después de que fueran zarandeadas por los toros durante el recorrido.

Un hombre fue llevado en camilla después de que un toro lo golpeó en la espalda con uno de sus cuernos, otro fue pisoteado por un animal con el cual tropezó. Entre las víctimas de la tradicional celebración hay tres estadounidenses, un francés y un sudafricano.

Cientos de turistas procedentes de todo el mundo participan en la celebración, reflejada en 1926 en el libro de Ernest Hemingway "La Fiesta", vistieron los tradicionales pañuelos rojos y fajines.

Con un periódico doblado para azuzar a los animales, los aficionados corren cada mañana entre los toros y algunos novillos que son liberados en las calles empedradas. El recorrido de 825 metros concluye en la plaza de la ciudad.

La fiesta combina los "encierros" matutinos, las corridas de la tarde y juergas todas las noches de la semana, poniendo a prueba la energía de los más decididos. Para más emoción, una fuerte lluvia nocturna hizo que el "encierro" de ayer fuese particularmente traicionero: tanto los corredores como los toros lucharon para mantenerse sobre los resbaladizos adoquines en la carrera de más de dos minutos.


"Chupinazo"
Con el lanzamiento del "chupinazo" (cohete) desde el balcón del Ayuntamiento, la tranquila ciudad del norte español se transforma, y el homenaje al patrono de la ciudad pierde protagonismo ante el paso de los animales y el gentío.

El júbilo estalló cuando a las 12 sonó el grito de guerra "Pamplonesas, pamploneses, viva San Fermín, gora San Fermín", en castellano y en vasco, emitido por el concejal socialista Jorge Mori. A las 204 horas ininterrumpidas de jolgorio se espera la asistencia de dos millones de visitantes de todo el mundo, lo que supone diez veces la cifra de habitantes de Pamplona.

La celebración religiosa recuerda a San Fermín, hijo de un gobernador de la región en el siglo III, que llegó a ser obispo de la diócesis de Pamplona. Tras ser nombrado patrono de la ciudad de Pamplona, su recordación es la excusa para la fiesta que conjuga la religión, las ferias comerciales y las actividades taurinas.

Según la tradición, los "encierros" recuerdan a los pastores que llevaban los animales desde los lugares de cría a las cercanías de Pamplona. Allí pasaban la noche y a primera hora del otro día soltaban al ganado y lo corrían. Los vecinos los ayudaban golpeando con palos a los toros para guiarlos hacia la plaza. Pero, a alguno se le ocurrió correr delante de los animales, así nació la tradición.

Por otra parte, desde 1924, fueron 14 los muertos durante los festejos. Pero, el sacrificio de los toros también despierta protesta: unos docientos activistas manifestaron anteayer semidesnudos reclamando por los derechos de los animales. (Reuters y DPA).

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Un hombre fue llevado en camilla después de que un toro lo golpeó.

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