Año CXXXVII Nº 48441
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Arte
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Salud
Autos
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 04/07
Mujer 04/07
Economía 04/07
Señales 04/07
Educación 03/07
Campo 03/07


contacto

servicios

Institucional

 miércoles, 07 de julio de 2004

Comerciantes de la terminal denuncian ser hostigados por una banda de chicos
Afirman que les exigen dinero y mercadería para dejarlos trabajar. Y que no hay acciones disuasivas de la policía

Hace sólo tres semanas que se hizo cargo del bar "Pan y salchicha", frente a la terminal de ómnibus, y Hernán Gómez no sabe si seguir adelante con el emprendimiento, a pesar de que "se vende muy bien". Es que ya no resiste las amenazas y agresiones de una pandilla que pretende dinero, comida y bebida gratis a cambio de darles tranquilidad a los comercios del lugar. La situación tiene unos años, al punto que para muchos ya es normal. Pero la noche del lunes poco faltó para una tragedia: los jóvenes apedrearon el local y lo rociaron con nafta, aunque debieron escapar ante la llegada de la policía. Hasta ayer había un chico de 17 años detenido a disposición de la Justicia de menores.

Según Gómez y otros comerciantes consultados, la media cuadra de calle Santa Fe entre San Nicolás y el pasaje Quintanilla se convierte en "tierra de nadie" a partir de las 18. Los testimonios difieren en cuanto a las causas. Algunos apuntan a una barrita de pibes bien identificada y otros sostienen que llega un horario en que casi todos los clientes suelen ser problemáticos. De alguna manera, tienen miedo, aunque Gómez se atrevió a dar la cara.

"Yo conocía esta situación -relató a este diario el treintañero comerciante- como antiguo proveedor de estos bares. Pero no me imaginaba lo duro que puede ser para la gente que trabaja acá. Hace 15 días nos hicimos cargo de este lugar con la intención de modificar algunas cosas. Los pibes estaban acostumbrados a entrar y hacer lo que querían. Siempre bajo amenazas de romper todo, pero ahora están molestos porque nosotros nos negamos a su ingreso y permanencia".

Gómez recordó que el último sábado a la tarde hubo allí una gresca y que en los primeros días de mayo hubo un asesinato en la misma cuadra (ver aparte). Pero dijo que esos hechos no tuvieron que ver con el episodio del lunes, "aunque -reconoció- en el fondo todo es parte de lo mismo".

También sostuvo que el domingo, a las 7, estos pibes le pegaron a su hermano, de 21 años, "en represalia porque no los dejamos sentarse ni siquiera en el umbral de la entrada". Luego vino una amenaza de incendio, que casi se cumple anteanoche.

"Vinieron y tiraron piedras, algunas impactaron en el hotel de la esquina. Llegaron a rociar con nafta el frente del bar, pero por suerte no pasó nada", señaló el joven, quien se quejó de que la policía "dice que no puede hacer nada porque son menores".

En efecto, fuentes de la comisaría 7ª reconocieron que hay un grupo de entre 12 y 15 adolescentes, con un promedio de edad de 15 a 17 años, que desde hace un tiempo molestan a todos en la cuadra. "Se juntan a la noche y obligan a los dueños de los bares a que les den plata y comida bajo amenazas de reventarles los negocios", contó una fuente, que relacionó el suceso del lunes con la detención, un día antes, de un mayor integrante de la patota por haber amenazado al dueño del bar.

"Se juntan seis o siete -explicó el policía- y paran a la gente, entran en los bares. Les tiene miedo porque son realmente peligrosos. Los menores van al frente, se envalentonan porque una vez que van presos salen enseguida. Y así siguen, ya es una forma de vida para ellos. Y a medida que crecen se van yendo y se dedican a otra cosa".

La fuente indicó que "más allá de esta pandilla, la zona es muy complicada, por ser todo el tiempo transitada por todo tipo de gente". En este marco, muchos de los negocios de la cuadra están optando por resignar las ventas antes que abrir sus locales a los riesgos de la noche. "No están solamente estos pibes, acá hay de todo. Por ahí se ponen como locos y te arriesgás a que te rompan el bar", confió un comerciante que prefirió no identificarse, mientras una mujer elegía un modo bastante particular de callar: "No sé nada, aunque algún día podría escribir un libro con todo esto". Al lado, en el quiosco, la opción fue cerrar todo con rejas con tal de no perderse las ventas nocturnas de los fines de semana.

"Nosotros nunca abrimos de noche -señaló Gómez- porque sabemos que es terrible. Pero a partir de las 19 esto se convierte en tierra de nadie. Y si los meten presos no es solución, porque salen y te vuelven a amenazar con reventarte el negocio o hacerle algo a tu familia. No sabemos si seguir. Se vende bien, pero no será un buen negocio si terminan matando a alguno de nosotros".

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Los comerciantes están inseguros.

Notas Relacionadas
"Pongan una garita"

Una esquina, dos antecedentes


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados