Nuevas texturas: Confort para el cuerpo

Los diseñadores pasan horas investigando los nuevos materiales, y quizá aquí está la auténtica revolución de la moda de los últimos tiempos. La industria textil en constante evolución no para de inventar: lo último, prendas que combaten el estrés, que inducen al sueño y que absorben las radiaciones solares. En su afán de progresar, la moda ha llegado a encontrar y confeccionar tejidos que combaten bacterias, e incluso incorpora la electrónica a los diseños (ya existen botas y camperas con teléfono celular incluido.

Una nueva revolución textil está en marcha y ya es imparable. La mayoría de los investigadores y especialistas coinciden en que la ropa del futuro será como una segunda piel para los seres humanos. Las prendas se elaborarán con materiales muy delgados, resistentes y flexibles, y con una serie de propiedades que vayan más allá del vestir. Fundamentalmente serán productos para mantener el confort del cuerpo.

Los consumidores son los que marcan las pautas y el desarrollo de estos nuevos materiales que responden a las exigencias y necesidades. Lo que actualmente se busca en el vestir, es que los tejidos y las prendas sean funcionales, livianas y que permitan libertad en los movimientos. Algo muy importante: que sean fáciles de lavar y planchar.

Microfibra

Desde que en los años 50 el elastano reemplazó a las fibras naturales, los avances textiles no dejan de sorprender. La investigación sobre las microfibras fue el lanzamiento inicial para un nuevo desarrollo. Se trata de materiales sintéticos más finos que la seda y a diferencia de las fibras derivadas del plástico, son más brillantes, suaves, flexibles y cómodas porque pesan muy poco. La microfibra es aún más fina que la seda, y ahora se están desarrollando las ultramicrofibras (si la microfibra es 60 veces más fina que un pelo, la ultramicrofibra es la tercera parte de la microfibra).

En el campo de las fibras celulosas también se sigue evolucionando. El modal es una fibra de origen vegetal que se caracteriza por su larga duración, tacto suave, enorme confort y extraordinaria resistencia.

La ropa deportiva, y en concreto la de los nadadores, está a la vanguardia en cuanto a avances textiles se refiere.

Ellos son los pioneros en el uso de nuevos materiales: trajes de baño sin costura o fabricados con telas de lycra y teflón que se secan instantáneamente al salir del agua, o el tactel, un nuevo tipo de lycra que protege contra los rayos ultravioletas y tiene capacidad para producir aislamiento térmico. Esta experimenta cambios frente a los estímulos del exterior.

La lista de lo que son capaces de hacer estas fibras es interminable: pueden combatir el estrés, repeler insectos, inducir al sueño, perfumar el cuerpo, mantener el nivel de humedad.

La línea más avanzada es la de los antimicrobianos que evitan la proliferación de todo tipo de bacterias.

En algunos países, dotar de inteligencia a la ropa es algo muy real. Incorporar sensores a las prendas de vestir y pequeñas computadoras que avisen si la presión arterial es correcta o no, o si la heladera está vacía y hay que ir al supermercado, ya no forma parte de las películas de ciencia ficción.

El contacto con el organismo convierte a la ropa en un medio perfecto para informar todo lo que está ocurriendo en el cuerpo: podrá controlar el ritmo cardíaco o bien alertar a un diabético de que su nivel de glucosa subió de forma alarmante.

La época en la que se imaginaba a la gente del tercer milenio vestida con trajes plateados e incómodas escafandras quedó atrás. La ropa del siglo XXI, y de los venideros, será más informatizada que espacial.