Accidentes: varones en peligro

Los varones a partir del primer año de vida tienen más del doble de accidentes mortales que las mujeres. De cada 10 menores de 25 años que mueren en un accidente, siete o más son varones.

Hombres y mujeres se diferencian por sus cromosomas, por su anatomía, por su psicología y por aspectos socioculturales. Para analizar estos últimos se desarrolló el concepto de género que se refiere a los aspectos sociales y culturales atribuidos a la distinción entre ambos sexos. Estos aspectos son aprendidos. En otras palabras, aunque se nazca con sexo masculino o femenino, se aprende a ser varón o mujer.

Todas las sociedades tienen concepciones implícitas, estereotipos que se usan para diferenciar el trato que se da a las niñas y a los niños. Los niños asimilan los papeles de género desde el principio de la vida (antes de los cinco años) mediante el proceso de socialización.

La familia, la educación, la cultura, el nivel socio económico, la religión, lo transmitido a través de los medios de comunicación, juega un papel importante en la socialización.

Sólo recientemente se comienza a percibir las desventajas para el varón. Un claro ejemplo es la mortalidad por accidentes, mucho más frecuente en los varones a todas las edades. En los de transporte, ahogamientos, caídas, las diferencias son muy grandes incluso en menores de 5 años. Los accidentes en los cuales está involucrada una conducta considerada "de macho", son los de mayor riesgo.

El autocuidado puede estar más o menos aceptado socialmente. En la mujer se valora más cuando está relacionado con la belleza, la preparación para el embarazo, el amamantamiento. En cambio, en el varón se pone más énfasis en la valentía, el heroísmo, el desafío que en la preservación de su integridad física (tema vinculado con la guerra, la caza, la defensa del grupo familiar). Esta concepción influye en que los varones se expongan al peligro, aunque sea innecesario.

Resulta importante tomar conciencia del mayor riesgo al que están expuestos los varones a causa del peligroso paradigma social de que "arriesgarse es ser macho". Para evitar esto es necesario alentar la prudencia en la educación del varón, diferenciándola de la cobardía. En realidad se necesita valentía para tomar conductas de autocuidado, cuando los demás piensan que no hay riesgo o que es valioso arriesgarse.

Como padres y educadores conviene reflexionar para evitar impulsar a los varones a menospreciar su integridad física en aras de una supuesta mayor virilidad.

Dora Vilas de Saráchaga

Integrante de la Subcomisión de Prevención de Accidentes de la Sociedad Argentina de Pediatría