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 domingo, 27 de junio de 2004

Reportaje
López Echagüe: "El recuerdo es parte de tu memoria y surge incontenible"
El periodista estuvo en Rosario para presentar "Tierramemoria", su último libro, sobre quienes lucharon por romper el estigma de la exclusión social

Leonardo Graciarena / La Capital

En una villa miseria y en un centro cultural levantado por trabajadores despedidos de un supermercado, el periodista Hernán López Echagüe presentó en Rosario "Tierramemoria", su último obra. "Es un libro que tiene que ver con la resistencia, con la pertenencia, con la reconstrucción de una identidad que fue destruida por años de dictadura. Muchas veces me pregunto si al haber torturado, secuestrado y matado a 30.000 argentinos, la dictadura logró encapuchar la identidad de millones de argentinos", sintetiza el autor. Y al leer "Tierramemoria" todo cierra, porque además de presentar su libro, López Echagüe no eludió el análisis sobre un presente argentino que a veces duele en los huesos. "Me parece que la actitud del gobierno de Kirchner es no modificar nada. Su política económica no se diferencia en absoluto de la que implementó Menem, Alfonsín o De la Rúa. No hay diferencias: la dictadura es todavía en Argentina", explica.

López Echagüe no eligió para la presentación de "Tierramemoria" la comodidad de una sala de conferencias sino que se fue al barrio Toba, de Travesía y Almafuerte, y al Centro Cultural La Toma, en el ex supermercado Tigre, para mostrarle su obra a la clase más pobre de una ciudad cuya desocupación coquetea con el 20%. Y cuando se lee "Tierramemoria" se entiende el porqué de esta decisión.

En el barrio Toba, entre gente rica en pobreza y pibes descalzos, con mocos chorreando y muchas carencias, pero con una sonrisa franca y honesta a flor de piel, López Echagüe abrió su trabajo. Un libro de semblanzas y fragmentos que habla de lucha, resistencia, honestidad y dignidad. "A la tierra y la memoria las tomo como elementos inseparables, por eso quedó la palabra toda junta como título. La tierra tiene algo irreductible que exhala una suerte de cosa perpetua, permanente, que es imposible que te la quiten por más que te la compren o por más que te la roben. La tierra está. Y la memoria tiene que ver con la tierra, con eso de que la patria es la infancia. Es donde te criaste, donde te formaste, donde tuviste tus primeras experiencias. Tiene que ver con las patas en la tierra. Recordar de dónde venimos y tratar de ver hacia donde estamos yendo. La memoria es una cosa que no se puede eliminar. Tiene que ver con el recuerdo y, salvo que tengas un problema neurológico grave y no tengas la capacidad de recordar o padezcas una especie de amnesia crónica, es parte de tu memoria y surge de una manera incontrolable. Como un aguijonazo", comenta el ex periodista de Página/12.

"Lo que intento hacer en el libro -cuenta López Echagüe- es buscar a través de distintos protagonistas, que no tienen nada que ver entre sí, la resistencia a un sistema que de manera sutil o perversa trata de aniquilarles o neutralizarles la rebeldía. A veces lo hacen con un tiro en la garganta, como a Pocho Lepratti, otras cortándole toda posibilidad de pertenencia a una sociedad o a un mundo, como con Baby (un amigo suyo de Wilde) que se murió de sida". Pocho y Baby son dos de los protagonistas del libro, junto a Varón, del grupo La Vagancia del barrio Ludueña de Rosario, y Martín Fresneda (Hijos-Córdoba) quienes estuvieron en la presentación de "Tierramemoria".

López Echagüe no vive en Argentina desde los primeros días de 1998 cuando cruzó el Río de la Plata y se instaló en un pequeño pueblo de la costa uruguaya cercano a Colonia. "Lo tomo como un lugar de residencia. Para nada es un exilio. Ya estuve exiliado ocho años en Brasil durante el proceso y esto no es eso", relata el autor de "La política está en otra parte". Pero es imposible hablar con el mentor de "El otro", la radiografía política del ex presidente Eduardo Duhalde, sin echarle un vistazo a la realidad argentina. "La sociedad argentina es bastante espasmódica en sus reacciones, como al que le pisan un pie y lo retira, pero sólo lo retira cuando se lo pisan. Fue bastante cómplice con lo que ocurrió durante la dictadura y con lo que ocurre hoy. Es muy individualista, muy egoísta. En Argentina no existe el nosotros", reflexiona.

-¿"El otro" fue un mojón en tu vida?

-Lo fue desde el punto de vista económico. Fue un libro que se vendió mucho. Según la Cámara Argentina del Libro fue la obra periodística más vendida en la década del 90, incluso por arriba de "Robo para la corona" de Horacio Verbitsky. Sumando los ejemplares de bolsillo se vendieron 250 mil libros, según una nota que salió en el diario La Nación hace un tiempo. Fue un boom. En 60 días se vendieron 60 mil ejemplares. A razón de 1.000 ejemplares por día. Fue algo increíble, que jamás pensé que sería así. Me acuerdo que cuando se me ocurrió hacer ese libro en el 93/94 y se lo sugerí a editorial Planeta, todo fue por fax porque no había o se usaba muy poco el e-mail. Les mandé un fax y les dije: "Se me ocurrió hacer un libro sobre Duhalde, con tales puntos contados de tal manera". Me respondieron que sí y me dieron un anticipo de 8.000 pesos de adelanto, cuando a mucha gente le daban 50 o 60.000 pesos. Terminó vendiendo 250 mil ejemplares con los que Planeta ganó como un millón de dólares.

-¿Qué sentiste cuando Duhalde se transformó en presidente?

-Me dio mucha pena por esa especie de derrotero fatídico que tiene la sociedad argentina de caer en manos de tipos totalmente irresponsables, inescrupulosos. Una persona con la trayectoria de Duhalde no podría ni presidir un comité o una unidad básica. Cuando asumió sentí una gran pena. Soy muy escéptico y tiendo a deprimirme con facilidad. Me digo: "No puede ser que ocurra esto". No puede ser que, por un lado, cuando salió el libro de Duhalde y a lo largo de dos años la gente me reconocía, me saluda y me decía: "Siga así, usted contó la vida de un mafioso"... Y cuando asumió vi de repente cierta satisfacción en buena parte de la sociedad argentina que se decía "bueno, se acabaron los problemas de diciembre de 2001, tenemos un nuevo presidente". Que no era otro que un tipo formado en un mecanismo corrupto de hacer política. Una persona más que cuestionable. Me daba pena despertarme un día y que Duhalde fuera presidente. Fue un golpe duro para mí como también lo fue para mucha gente de los movimientos sociales. Y en especial para Maximiliano Kosteki y Darío Santillán (asesinados en Puente Pueyrredón el 26 de junio de 2002), porque si hubo un responsable político de sus muertes fue Duhalde, no hubo otro. Fue una manera de decirles a los piqueteros "cálmense, no salgan a la calle a reclamar porque así les va a ir".

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López Echagüe estuvo con integrantes de la comunidad toba.

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