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 domingo, 27 de junio de 2004

Lección de vida. Sus octogenarios ex alumnos aún conservan los vínculos que iniciaron en la escuela primaria de Alcorta
El destino impidió que una maestra de 100 años recibiera un homenaje
Preparaban una fiesta para agasajarla, pero la docente murió dos semanas antes de su cumpleaños

Silvia Carafa / La Capital

Tienen ochenta años y bisnietos, pero conservan las vivencias de cuando tenían siete y en el patio de la escuela de Alcorta pensaban que el mundo no podía ser otra cosa que bueno, como la mirada de la señorita Chocha, la maestra de la primaria que acompañó sus vidas y que murió dos semanas antes de que sus alumnos pudieran festejarle los cien años, el lunes pasado. "No importa", dicen ellos, y aseguran que los maestros acompañan en la eternidad. Ese día visitaron su tumba en el cementerio El Salvador, hicieron celebrar una misa y se reunieron para evocarla.

"Ella estaba lúcida y coqueta como siempre, murió en forma imprevista, en el geriátrico en el que vivía desde hacía años", relataron. Tener que cambiar la fiesta por un homenaje los llenó de dolor y puso fin al entusiasmo con el que estaban ultimando los detalles. Por su parte, María Luisa Lischetti, la señorita Chocha, ya había escrito en el dorso de un recibo de sueldo, con letra pequeña y clara, las palabras con las que pensaba agradecer a sus alumnos octogenarios, las atenciones de tantos años (ver aparte).

"Un día recorrimos todos los geriátricos de Rosario hasta que la encontramos", comentaron los alumnos que además forman parte de los ex residentes de Alcorta en esta ciudad. Desde que cursaron la primaria -entre 1931 y 1937, en la Escuela Nº 180-, el grupo nunca se separó. Quizás porque el vínculo que los une había comenzado mucho tiempo atrás, con sus padres y abuelos, colonos inmigrantes. "El papá de Nuna fue el primer cliente del almacén de ramos generales que tenía mi padre", comentó Coca. Pero es sólo un ejemplo, de los vínculos entre las familias.

"Desde la década del 30 hasta ahora pasaron muchas cosas en el país, y de todo eso a nosotros nos quedó marcada la escuela primaria, eso significa algo", argumentó Aldo De Luise, para ilustrar el peso que en aquel entonces tenía el rol del docente. "Ahora las cosas cambiaron", aseguran, y se emocionan al recordar que con los 120 pesos de sueldo, la señorita Chocha pagaba "el alquiler y hasta las cartulinas para dar las clases, además de estar siempre impecable y dispuesta para ayudar en la pensión a los alumnos que necesitaban un refuerzo escolar".

"En aquellos tiempos el maestro era la segunda familia", aseguran los ex alumnos y recuerdan que los docentes llegaron a cobrar en bonos que negociaban en los comercios, recibiendo menos dinero en efectivo que el valor nominal del bono. "En la década del •30 llegaron a estar nueve meses sin cobrar, no sabemos cómo se administraban, pero hasta ayudaban a los alumnos con los útiles, eran unas hormiguitas", graficaron. Aldo manifestó su incomprensión sobre lo que le ocurrió a la sociedad "que se ha descompuesto tanto que desplazó el rol docente hacia el asistencialismo, sin pasar por alto que hasta viró el eje del respeto. Hay casos de alumnos que agreden a los maestros".

El grupo de ex alumnos está integrado por Tito e Inés Martín, Betty Méndez, Pocha Maffei, Chola Micheli, Nuna Giulietti, Fito Cerutti, Coca Maggi, Aldo De Luise, Mario Chauvín, Tota Timoni, Elda Carletti, Alfredo Parodi, Carlos Lounghin, Alfredo Pacheutti, Enriqueta Di Lucía, Porota Giménez y Pocha Cucco. Al homenaje que ellos le rindieron a la señorita Lischetti se sumó el de la comuna de Alcorta. Su presidente, Vicente Martelli, llegó en persona a traerles una nota. "La maestra se hizo amar porque los amaba", dice la carta que muestran conmovidos.


Defender la alegría
Los hombres y las mujeres que forman el grupo de ex alumnos son vitales, inquietos, atentos. Toman clases de folclore y de manualidades, organizan reuniones de ex residentes, se preocupan por obtener fondos para equipar a las instituciones del pueblo de los elementos necesarios. Muestran fotos, cuentan decenas de anécdotas que remiten a una vida grupal rica e intensa. "Estamos siempre unidos y trabajando, y eso tiene que ver con la alegría", develan entusiasmados. Para De Luise además hay un secreto: "No mirarse tanto en el espejo, olvidarse de las arrugas y pensar que no se tiene el mismo rostro que hace veinte o treinta años".

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Hace un par de años los ex alumnos festejaron los 98 años de María Luisa Lischetti.

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