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 domingo, 27 de junio de 2004

Panorama político
Bielsa enamora al obeidismo

Mauricio Maronna / La Capital

El gobernador Jorge Obeid y buena parte del peronismo creen que María Eugenia Bielsa es la mejor candidata que tiene el Partido Justicialista (PJ) para competir electoralmente en el 2005.

Frente al complejo panorama que se le presenta al oficialismo en los próximos comicios legislativos, teniendo en cuenta que la oposición parece haber ganado el centro de la escena hasta acorralarlo con la meneada cuestión del sistema electoral, y con Hermes Binner haciendo campaña desde el mismo momento en que superó la depresión posderrota del 7 de septiembre de 2003 , el peronismo santafesino reparó en la única figura que parece aportarle a la política doméstica un nuevo brío.

Aunque sobrevengan desmentidas o tomas de distancia, La Capital pudo saber de fuentes inobjetables que Obeid considera a su vice como la espada capaz de doblegar, hoy por hoy, a una oposición que se le planta en Rosario con una única idea fuerza: la derogación de la ley de lemas.

El mismo domingo que en esta columna se publicó que, dado el estado de las cosas, las elecciones del 2005 serían un juego de niños para el Partido Socialista (PS), un altísimo funcionario de la administración provincial intentó confrontar esa percepción e, intercambiando los roles, se atrevió a dibujar un nuevo escenario: "Es verdad que, sin Carlos Reutemann en la cancha y sin ley de lemas, la oposición puede propinarnos una paliza. Pero, ¿qué pasaría si llevamos como candidata a Bielsa?".

La respuesta a ese interrogante permanecerá en secreto como la identidad que pidió mantener en reserva el informante, aunque en los últimos días el propio titular de la Casa Gris blanqueó ante algunos justicialistas su objeto del deseo.

Bielsa demostró desde que asumió una notable firmeza en la defensa de su gobierno: dio la cara frente a las víctimas de las inundaciones que la cercaron el 25 de mayo pasado y logró mantener a raya a la Cámara de Senadores, un ámbito rodeado de enormes signos de interrogación respecto a su verdadera labor y utilidad en el panorama institucional santafesino.

Resaltando lo que se observa apenas se aguza la mirada, varias encuestas realizadas en Rosario coinciden en destacar a la hermana del director técnico del seleccionado nacional como la dirigente con mejor imagen entre todos los funcionarios provinciales.

Sin ningún miedo escénico, la vice cruzó a Binner (el gran cuco del obeidismo) la semana pasada, acusándolo de falta de "honorabilidad" hacia quien durante los primeros cuatro años de gestión (95-99) le regaló todos los espacios posibles para que se consolide como intendente.

Nadie sabe qué responderá Bielsa si se concreta formalmente el ofrecimiento para encabezar la nómina de postulantes a diputado, aunque la cuestión merece un profundo análisis dentro de las filas del peronismo.

Si bien es una jugada inteligente recurrir a quien puede pelearle todas las estrategias discursivas a Binner (desde el touch progre hasta la solidez intelectual), el PJ santafesino sigue siendo una cáscara vacía que logró zafar en las últimas elecciones de la catástrofe electoral gracias a la performance de Carlos Reutemann. Como se ha dicho desde hace varios años, el peronismo provincial (como factótum de victorias comiciales) es Reutemann y nada más que Reutemann.

La escasa voluntad del ahora senador por liderar un proceso de renovación que permita cambiarle el rostro al peronismo (¿quién sino él debiera convertirse en imán para atraer nuevos dirigentes, otros rostros, nuevas formas de hacer política?) mantiene a la sigla PJ en el desfiladero de los conocidos de siempre.

"Obeid dejó que le imponga la agenda el coro mediático del binnerismo y así le fue. Todos confiamos en que haya aprendido la lección", apunta un diputado nacional enrolado en las filas del actual titular de la Casa Gris.

"Imagínese al Lole, aunque no sea candidato a nada, recorriendo la provincia con María Eugenia. Es más, ahora que cambió la relación con el poder central, no es una ingenuidad pensar en el Lupo (por Néstor Kirchner) y en Cristina (por la primera dama) caminando también por Santa Fe", agrega el informante en un brote de optimismo.

Algunas lenguas bífidas del justicialismo y del PS consultadas por La Capital creen que (más allá de las potencialidades de la vicegobernadora) su alto perfil y, fundamentalmente, su decisión de hacer ingresar el 25 de mayo a un grupo de empresarios con el afiche de "Los inundadores" al mismísimo Salón Blanco de la Gobernación, volvieron a erizar la piel de Obeid y Reutemann.

¿Batistuta y Crespo no pueden jugar juntos?

El buceo informativo por la realidad santafesina puede parecer un ejercicio de ciencia ficción teniendo en cuenta lo lejos que se encuentra el calendario electoral pero, a la vez, le evita al lector tener que reencontrarse con un fresco nacional que, semana a semana, constituye un aporte más a la confusión general.

La Argentina desvariada, intolerante e irracional ofreció en las últimas horas una catarata de episodios que la mantiene en la boca del lobo: Raúl Castells tomando locales de McDonald's como si se tratase del último enclave imperialista; un grupo de afiebrados militantes de Quebracho quemando banderas norteamericanas en la explanada del Edificio Libertador; Luis D'Elía copando de madrugada una comisaría del barrio de La Boca; el conurbano bonaerense convertido en tierra de policías desmadrados y centenares de personas tratando de hacer justicia por mano propia.

¿Alguien es capaz de creer (como sostienen los apologistas de la derecha más rancia) que esto es gimnasia prerrevolucionaria?

Castells, D'Elía y otros trasnochados representan, apenas, algunas de las peores máscaras de un país demasiado acostumbrado al grotesco, pese a seguir atravesado por aterradores índices de pobreza e indigencia.

Hasta que los verdaderos líderes no comprendan que sin sentido común ni consensos amplios no habrá salida del laberinto, Argentina seguirá bamboleándose entre la irracionalidad y el abismo.

Como lo demuestra la historia contemporánea, después será demasiado tarde para lágrimas. La pelea Kirchner-Duhalde bien podría esperar.

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