Año CXXXVII Nº 48431
La Ciudad
Política
Información Gral
La Región
Opinión
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Educación 26/06
Campo 26/06
Salud 23/06
Autos 23/06


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 27 de junio de 2004

Necesidades personales
Cómo aprender a pedir ayuda

En nuestra vida cotidiana solemos encontrarnos ante diversas necesidades y, con frecuencia, vemos a las personas que nos rodean también necesitadas. El psicólogo Abraham Maslow desarrolló una teoría sobre la jerarquía de la motivación, conocida universalmente como la "Pirámide de Maslow", con cinco categorías que estratifican las necesidades humanas. En este caso las necesidades son vistas como el motor del accionar humano, de allí que se consideran una motivación.

Dicha pirámide tiene en la base las primeras necesidades de índole personal, luego siguen las sociales y en la cúspide, una vez resueltas las anteriores, aparecen las intelectuales. Las categorías que Maslow enuncia en la pirámide son:

* Fisiológicas o básicas: exigencias primarias para la supervivencia, como alimentación, vestido, vivienda y salud.

* Seguridad y protección frente a peligros o amenazas: son las que se requieren para garantizar la protección física, el orden y la estabilidad.

* Sociales: referidas a la estima social y al sentimiento de pertenencia. Tienen relación con la necesidad de compañía, con el aspecto afectivo y la participación social.

* Reconocimiento: sentirse apreciado, reconocido por el grupo e incluye la autovaloración y el respeto a sí mismo.

* Autosuperación: constituyen el ideal de cada individuo y contribuyen al desarrollo personal, reúnen las aspiraciones íntimas de llegar a altas metas culturales, artísticas o de contribución al bien común.

Todas las personas sentimos estos niveles de motivación a medida que las necesidades se van satisfaciendo secuencial y consecutivamente. Cuando no se alcanzan a satisfacer al menos algunas, nos convertimos en "necesitados".

Sobre todo en el caso de las necesidades sociales, decimos tener un "problema" y pensamos que la solución está en que otros realicen la acción que nosotros esperamos de ellos.

El proceso de satisfacción de nuestras necesidades es un punto interesante dado que aparece el acto de pedir como una valiosa oportunidad. A pesar de que parezca un acto frecuente y, si se quiere de cierta lógica (si tenemos una necesidad, por qué no pedir ayuda) vemos que, en general, nos cuesta mucho pedir. Y con la intención de justificarnos a nosotros mismos, decimos: "Soy muy orgullosa, no me gusta que los demás sepan de mis debilidades, no quiero deber favores a la gente".

El pedido se constituye a través de dos circunstancias importantes. Una es que somos seres necesitados. Quizás padezcamos más de un tipo de necesidad que de otro, pero quien más quien menos, todos sufrimos alguna carencia. Todos necesitamos a los demás, aunque sea para que estén allí, confirmando su semejanza con nosotros y, por ende, la nuestra con ellos.

José Víctor Núñez, en su libro "Tengo un problema ¿qué hago?" dice: "No aceptar y no conocer nuestras propias limitaciones es no aceptar lo que somos y no reconocer nuestra propia naturaleza y nuestra identidad".

Lo asombroso llega después, una vez que vencimos nuestro orgullo o nuestra timidez y pedimos ayuda. Aparece el hecho de que el otro es sólo una posibilidad, es decir, que no está obligado a consentir nuestro pedido. Esto nos parece obvio, pero muchas veces trasgredimos este concepto. Le pedimos a un amigo que haga algo por nosotros con la convicción de que saldrá corriendo a satisfacernos y nos asombramos de que no ocurra así. Inclusive, en ocasiones, mostramos malestar por la situación. Nuestro amigo puede sentirse confundido: si no desea ayudarnos y lo mismo lo hace, se contraría a sí mismo, y si decide no ayudarnos, tendrá que soportar nuestro malestar.

Si pedimos con la seguridad de que se nos va a satisfacer, no estamos realizando un verdadero pedido, sino que de alguna manera sentimos que el otro tiene la obligación de satisfacernos. En este caso un pedido disfraza una orden. Dice José Víctor Núñez: "Quien pide cuando realmente lo necesita y lo hace sinceramente, inventa al otro como posibilidad, y si hay algo que nos gratifica en la vida es saber que, al menos para el que nos pide algo, somos necesarios"

Muchas veces estamos resentidos porque nadie nos solicita para nada, celosos de la gente a quienes recurren en lugar de venir a nosotros. Por eso, si una persona se acerca y nos pide algo, cuando nosotros satisfacemos su necesidad, cuando le damos nuestro tiempo o nuestra compañía, y ella la acepta, estamos recibiendo la confirmación de que hemos sido útiles para alguien, de que nuestra habilidad para tal o cual cosa y nuestra dedicación tienen razón de ser.

Patricia Flanigan

Especialista en comunicación humana www.ich.com.ar

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados