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 domingo, 27 de junio de 2004

Especialistas y comerciantes dicen que el incremento es cercano al 30 por ciento
El consumo de vinos finos vive un boom en Rosario
Hay un furor por las degustaciones y los cursos. La contracara: bajó la venta del producto "común"

Pablo R. Procopio / La Capital

La venta y el consumo de vinos finos en Rosario experimentó en los últimos años un incremento aproximado del 30 por ciento. Este aumento está directamente emparentado con el llamado furor de la noble bebida, generado a partir de la aparición de consumidores que comenzaron a frecuentar variedades y calidades que antes sólo estaban reservadas para paladares exquisitos y con alto poder adquisitivo.

Sin embargo, estos datos suministrados por la delegada local del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), Felisa Sabattini, contrastan con un notorio descenso en la salida de los vinos llamados "comunes". De todos modos, Rosario no permanece ajena al auge del vino evidenciado a través de la proliferación de cursos, degustaciones, bares temáticos y sociedades de expertos. Novedades que se están poniendo de moda.

La industria está de parabienes, aunque una mirada macro muestra que, en rigor, recién ahora se está registrando un repunte después de años de letargo. En la década del 60, en la Argentina se consumían 90 litros de vino per cápita por año. Hoy, bajó a 37. En efecto, se fue dando un cambio en los hábitos de consumo que se corresponde con un fenómeno a nivel mundial: una tendencia a beber menos, pero a elegir mayor calidad.

Esta modificación está directamente relacionada con los hábitos de vida. Actualmente, no es tan común que las familias se reúnan cada mediodía a comer en casa y, por ende, a beber vino (como sí solía ocurrir antes). Por el contrario, "la gente trata de darse ese gusto por las noches, cuando se anima con un vinito de mayor calidad un poco más caro", dijo a La Capital desde Mendoza, el presidente del INV, Enrique Thomas.

Por eso, la venta de este tipo de vinos "creció", agregó. Es más, los consumidores han mutado hasta convertirse cada vez más exigentes con relación al precio-calidad.

En los 60 y 70, el consumo era más masivo, pero de un producto casi "indiferenciado", añadió. Ahora, se exige calidad y buen precio. "Ese es uno de los vectores que está empujando el consumo" actual, más allá de que hay que convenir que se está dando un boom del vino sobre todo en la Argentina con la moda de los wine bars y sitios de reuniones sociales que se utilizan para "descubrir o redescubrir" la cultura del vino.

El funcionario estimó que el aumento en la adquisición de los llamados vinos diferenciados se ha dado en un 30 por ciento aproximadamente.

"Las botellas van a parar al consumo familiar, pero fundamentalmente a restaurantes y casas de comida", apuntó. Estos sitios fueron incorporando cada vez más variedades de vino a sus cartas. Hoy en día mucha gente espera tener la posibilidad de elegir entre diversas opciones.

Otro hecho muy propio de estos días es que "en las vinerías ya casi no se encuentran vinos malos; eso es muy difícil que ocurra. Puede haber mejor o peor calidad, pero el piso se ha elevado", expresó.

Thomas indicó que el vino tinto es el preferido. "El blanco siempre se mantiene como un vino básico y se destaca entre los de bajo precio y de consumo popular; pero en la alta gama o vinos finos, el tinto reina, aunque se observa una leve tendencia de crecimiento en los blancos varietales y perfumados como el chardonnay", explicó.

A decir del especialista, el público rosarino se ha vuelto "selectivo". Así, opinó que "esta es una ciudad donde se notó un cambio impresionante" y una "avidez muy importante por conocer el mundo enófilo". La circunstancia se evidencia en "la apertura de los wine bars y en las exposiciones que se vienen desarrollando, todos indicadores que marcan un interés por la cultura del vino, no sólo por beberlo".

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