Literatura de la redonda: Parte del aire Un canalla recrea el instante mágico del agónico gol de Mariano Messera a Sporting, en el recordado primer partido después de la muerte de su padre 26 de febrero de 2004, Gigante de Arroyito, noche limpia, Rosario Central 1, Sporting Cristal 1, Grupo 9 de la Copa Libertadores de América.
Sólo tu cuerpo, en esa fracción de segundo, lo entendió, Mariano: iba a pasar en el momento que también vos abandonaras el césped para pasar a ser parte del aire; en ese instante en que quedaste suspendido, te separaste de la tierra, y flotando fuiste hasta la esquina del misterio a encontrarte con él; la pelota bajaba, vos subías, encuentro-impacto-la red se mueve-delirio-, recién ahí te diste cuenta de que el que viajabas eras vos, no ella: juntos otra vez, otra vez, Viejo.
Sí Mariano, corré, buscá, tapate la cara, mirá el cielo, agarrate la cabeza, gritá, llorá, explotá que vino, hacé una ronda junto a sus ojos que surgieron de golpe, intactos; mientras vos caminás sobre la nada explotando de alegría y de dolor sin saber qué pasa, ¿qué está pasando?
Cuarenta mil gritos simultáneos te acompañan, te rodean, la tierra se mueve y se aleja, el estruendo de todas las gargantas, no te dejan ni pensar, te encierra, te confunde.
-¿Qué pasa?, ¿qué pasa viejo?
Está ahí, frente a tus ojos, mirándote.
-¿Creíste que no iba a venir Mariano? Aquí estoy, hijo, como siempre con vos, ¡Cómo le pegaste a esa pelota, nene! ¡Qué locura esta gente cómo grita!
Fugacidad nocturna, silencio momentáneo.
-¡Qué corto es todo, papá!
Reflectores, estrellas en el cielo que te iluminan, viejo, me abrazan, todos me abrazan, me tapan, sigo confundido, tengo los oídos llenos de tu nombre y los recuerdos vuelven trotando: el barrio, las rodillas peladas, haceme el aguante que mamá no sabe, campito, sombrero, domingo, todos los días con la pelota bajo el brazo y la ropa rota.
-¿Qué pasó, viejo?
-Nada, Mariano, nada; andá querido, después charlamos, andá, apurate que el juego sigue, todo sigue. Volvé a pegarle así, Mariano. ¡Qué hermosura, nene! Volvé a intentarlo y vení corriendo como hoy, al aire, así nos encontramos a flor de piel y charlamos.
Esteban Langhi enviar nota por e-mail |