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 miércoles, 24 de marzo de 2004

Sabían que guardaba una suma de dinero y lo llamaron por su nombre
Asesinan a un panadero que resistió un robo frente a su mujer y su hija
Luis Varela tenía 33 años y murió en su comercio del barrio Cabín 9, de Pérez. Buscan a un entregador

Un panadero de 33 años fue alevosamente asesinado en los primeros minutos de ayer en la ciudad de Pérez al resistirse a un intento de robo de cuatro delincuentes. El hombre murió ante la vista de su esposa y de su hija, de 11 años. Los asaltantes sabían que guardaba una suma importante de dinero, por lo que se descuenta que hubo un entregador.

"Soy yo, Luis, abrime", dijo uno de los desconocidos que llamó a la puerta de la panadería del barrio Cabín 9, de Pérez. Luis Alberto Varela sospechó que podría tratarse de ladrones, tomó una escopeta y abrió la puerta. Cuatro asaltantes lo sorprendieron y entonces se desencadenó la tragedia. El comerciante hizo un disparo intimidatorio, pero como respuesta recibió una balacera que dejó varias marcas en una pared y casquillos de 9 milímetros esparcidos por el piso. Uno de esos disparos le ingresó por una axila y le atravesó la espalda. Murió en el acto, frente a su hija de 11 años y a su mujer, quienes presenciaron el asesinato a quemarropa de un hombre que, además, era padre de otras dos criaturas de 7 años y 9 meses.

La policía, que detuvo a dos sospechosos, cree que los ladrones buscaban una suma de dinero que Varela tenía en su casa a partir de la venta de un camión que realizó pocos días antes. Y por eso supone que hubo un entregador. La suma de dinero no trascendió, pero los ladrones jamás llegaron a tocarla, aseguró un vocero policial.


Una familia destrozada
"Lo mataron a quemarropa. Dejaron a una familia destrozada y a tres criaturas sin padre. Yo creo que lo vinieron a buscar porque antes de entrar lo llamaron por su nombre. Esos desgraciados lo mataron como a un perro y si hubiesen entrado hubieran matado a todos", afirmó Lidia, la madre de Luis Varela, en medio de un mar de llanto mientras apretaba contra su pecho a Evelín, su nieta de 11 años, quien sin proponérselo fue testigo directo del brutal homicidio de su padre.

Todo ocurrió entre las 12.30 y la 1 de antenoche. Los Varela viven y tienen la panadería en Ceibo 550, en el barrio que marca el límite entre Pérez y Rosario. Luis trabajaba como panadero desde los ocho años, según contó ayer su madre. A fuerza de trabajo y con la ayuda de la familia, el negocio fue próspero y además de producir pan también tenía una amplia zona de reparto.

El lunes a la noche, Luis, su mujer Elizabeth, y sus hijos Fernando (9 meses), Matías (7 años) y Evelín (11 años), estaban por irse a dormir. En un momento Luis escuchó ruidos extraños que provenían de la parte trasera del inmueble, donde se encuentra la cuadra. "Alguien le dijo «soy yo Luis, abrime». Entonces se ve que lo conocían", recordó Lidia.

A pesar de que lo habían mencionado por su nombre, el panadero tuvo un mal presentimiento y tomó una escopeta que tenía guardada en el local. Al abrir la puerta se encontró con cuatro delincuentes armados que quisieron meterse en su casa. Así se produjo una pelea muy confusa. El dueño de casa abrió fuego para ahuyentar a los intrusos y obtuvo como respuesta una mortal balacera de un arma calibre nueve milímetros.

Varela fue atravesado por una bala que le ingresó por una axila y cruzó por la espalda. Evelín y su mamá fueron testigos de la secuencia. La nena se arrojó sobre el cuerpo ensangrentado de su papá en estado de shock cuando los delincuentes escapaban del lugar sin llevarse nada de valor. Una versión extraoficial indicaba ayer que los agresores también abrieron fuego sobre la nena, que se salvó de milagro. Lo cierto es que la policía halló varias vainas de balas calibre 9 milímetros y al menos cinco impactos marcados en una pared de la panadería.

"Mi papá estaba tirado en el piso. Yo quise ayudarlo, pero no me contestaba. No podía levantarlo. Por robarse algo me lo mataron. ¿Por qué se tuvo que morir?", murmuraba entre sollozos Evelín, abrazada por su abuela. Lidia, shockeada por la tragedia, le pedía a su nieta que contara lo que presenció. La chiquita, como todos sus familiares alrededor, estaba quebrada y no podía articular un relato. El dolor y la bronca se podían palpar en la puerta de Ceibo 550. Muy cerca de Evelín estaban sus hermanitos: Matías deambulaba de un lado a otro, también con los ojos hinchados, y Fernando estaba dentro de un cochecito.

Elizabeth, la mujer de Varela y quien atendía al público en la panadería, se descompensó ayer a la mañana. La mujer es hipertensa y tuvo un pico de presión, por el que fue atendida por médicos de una empresa privada. Lidia no podía creer lo que sucedía ayer en la casa de su hijo. "El era muy creyente. Tenía imágenes de la Virgen en toda la casa. Era devoto de la Virgen de Luján y viajaba seguido a la Basílica", recordó la mujer.

"Me acuerdo que estuvo nueve meses pidiéndole a la Virgen por la salud del más chiquito cuando la mujer estaba embarazada y parecía que venía mal", contó Lidia. "Ahora, la Virgen a la que tanto le pidió se lo llevó", remarcó.


En busca de los homicidas
Poco después del homicidio, la policía detuvo a dos sospechosos que son tío y sobrino, ambos con prontuarios que muestran antecedentes por graves delitos. Uno de ellos obtuvo hace poco permisos para salidas laborales de la cárcel de Coronda y según la policía se habían desprendido de una pistola calibre 9 milímetros, que podría ser el arma utilizada para matar a Varela.

Los detenidos son Sergio Pereyra, de 28 años, y Ricardo Damián Pereyra, de 23, quienes cayeron apresados por la comisaría 32ª en Estados Unidos al 2200.

Otro vocero policial señaló que la investigación intenta descifrar si los ladrones llegaron en un vehículo que estuvo estacionado frente a la casa. Y especulaban que en el caso de que hubiera sido de ese modo, podría haber otra persona involucrada en el crimen, como conductor del coche. Además se trata de ubicar al posible entregador.

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Evelín, consolada por su abuela. La nena presenció el crimen de su padre.

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