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 miércoles, 24 de marzo de 2004

Tenía una ametralladora enterrada en la casa
Había sido robada a un patrullero del Comando Radioeléctrico. Apareció en Campbell al 500 bis

La poderosa ametralladora FMK3 que había sido robada el 5 de junio del año pasado de un patrullero del Comando Radioeléctrico estacionado frente a la comisaría 17ª fue hallada por la policía en una casa del barrio Ludueña Norte. El insólito atraco ocurrió cuando los agentes habían bajado a dos hombres en calidad de detenidos por un hecho de amenazas y daños.

Los agentes de la Brigada de Homicidios encontraron el arma, que puede disparar en forma automática hasta 24 balas, luego de que durante la última semana policías disfrazados de "zanjeros" vigilaran una casa de Campbell 539 bis donde funcionaba, según una fuente policial, un aguantadero. "A nuestros oídos llegó el rumor de que una metralleta circulaba de mano en mano por el barrio y después vimos que a esa vivienda ingresaban personas con antecedentes penales", explicó el vocero consultado.


En el patio
Luego los pesquisas se enteraron de que la ametralladora estaba escondida en los fondos de la casa. Entonces, en el amanecer de ayer, los investigadores llegaron a la casa de Campbell al 500 bis con una orden de allanamiento de la jueza de instrucción María Luisa Pérez Vara y se dirigieron a la parte posterior de la casa. "Punteamos la tierra y a unos treinta centímetros bajo tierra encontramos un paquete cubierto con tela y encintado", explicó el portavoz consultado.

Después de abrir el envoltorio, los policías descubrieron que se trataba de la ametralladora FMK3, Nº3218019, que había sido sustraída a los agentes del Comando Radioeléctrico. En el operativo fue detenida la dueña del inmueble. La mujer, identificada como María Esther Torres, de 33 años, quedó imputada de robo y tenencia de arma de guerra.

El arma desapareció el 5 de junio pasado. Todo comenzó cuando en la central telefónica de esa fuerza de calle se recibió una llamada sobre un violento incidente entre vecinos del pasaje Gandhi al 7000, en la zona oeste de la ciudad. La comunicación anunciaba que un hombre que vivía en ese lugar había denunciado en la comisaría 17ª que personas no identificadas lo amenazaban de muerte y habían arrojado una especie de bomba molotov contra su vivienda.

Entonces la patrulla 2153, que estaba a cargo del oficial ayudante Carlos Gómez y del agente Roberto Vázquez, fue hasta el lugar y comenzó con el rastreo de los sospechosos. A las dos de ese día, los agentes detuvieron a dos hombres involucrados en el ataque.

Después los efectivos trasladaron a los sospechosos a la seccional 17ª y dejaron estacionado el vehículo policial a unos cinco metros de la puerta de ingreso a la seccional. Luego de cumplimentar los trámites de rigor, los agentes retornaron al patrullero y se encontraron con la sorpresa de ver una de las puertas delanteras del auto entreabierta y el tambor de la cerradura forzado. Y del interior faltaba la ametralladora. Por el caso, el entonces jefe de la Unidad Regional II, comisario mayor Luis Pogliese, puso en disponibilidad al oficial y al agente que estaban a cargo del vehículo policial y del arma que desapareció.

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El arma había sido sustraída en junio del año pasado.

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