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 domingo, 08 de febrero de 2004

A propósito de...
Los turistas argentinos en Brasil: Gajes de la idiosincrasia
Los casos de violencia en Florianópolis evidenciaron graves fallas de educación

Orlando Verna / La Capital

Difíciles son las explicaciones cuando el sueño de placer, sol y tranquilidad en un paraíso al borde del mar se quiebra violentamente. Aunque los inconvenientes se tornan menos absolutos si de argentinos se trata, porque, finalmente, la vida se hace de ideas y de las acciones que inspiran esas mismas ideas. Pasear por Florianópolis, en Brasil, durante quince días quizás no sea garantía de un análisis ecuánime y exhaustivo, pero otorga algunos otros elementos que muchas veces se esconden en la idiosincrasia aborigen.

Las mochilas y los bolsos no solamente viajan llenos de ilusiones y ropajes de playa, sino también cargados de valores que, equivocadamente, los argentinos pretenden como universales en un marco jurídico diferente, como el del vecino país. A eso se debe sumar la máquina periodística de aquí y de allá que, ante la reducción del caudal informativo estival, pone en primera plana acontecimientos que en otra época del año ocuparían sólo unas pocas líneas. A los bifes.

El 9 de enero los noticieros destacaron la detención de dos jóvenes, Tomás Ciarrocchi (22 años) y Andrés Cano (21), acusados de querer pagar en un supermercado de la playa de Canasvieiras, al norte de la isla, con 100 dólares falsos. En Brasil poner en circulación moneda apócrifa es un delito federal y estos crímenes son punidos casi con ferocidad. Los jóvenes pusieron a la Cancillería en alerta y luego fueron liberados mientras el proceso se tramita. Lo que no salió a la luz en esos días fue que los presuntos estafadores habían insistido en la colocación del billete y hasta habían tenido una discusión con el personal de seguridad del comercio, hasta que la policía tomó cartas en el asuntos y acabaron todos en la cárcel.

Es más, ante la repercusión mass mediática del asunto, una radio rosarina entrevistó al cónsul argentino en Florianópolis, Valdo Pal Mai, e hizo gala de su argentinidad. La periodista insistía ante el diplomático acerca de, a su entender, la nimiedad del acontecimiento y la exagerada reacción de la Justicia, mientras que Pal Mai intentaba explicar la gravedad de ese delito en el territorio brasileño. Mal consiguió exponer la letra de la ley cuando la comunicadora casi retó al cónsul por no haber hablado directamente con el juez para que libere pronto a estos "pobres muchachos". Pal Mai respiró hondo y aseguró que esa intermediación hubiera sido entendida como una presión del gobierno argentino ante la Justicia brasileña, con las derivaciones diplomáticas de ese accionar que hubiera complicado aún más el trabajo de los abogados. ¿Corolario? Los argentinos siguen sin entender que la ley debe ser respetada por nativos y extranjeros, y que no en todos lados los jueces son tan permeables a los intereses particulares.

Renglón seguido, más exactamente el 19 de enero, el mismo día que liberaron a Ciarrocchi y Cano, dos turistas argentinos fueron agredidos en Armaçao, una playa al sur de la isla de Florianópolis. Sujetos armados y encapuchados entraron en el departamento que Carlos Sergio Pugliese (39 años) y Jorge Alberto Pérez (35) alquilaban y luego de exigirles dinero comenzaron a golpearlos. El hecho cobró rápida notoriedad por lo salvaje del ataque, poco común en esas tierras. Cuando se le preguntó a la policía los motivos de la golpiza, la autoridad deslizó la posibilidad de un entredicho anterior, donde los argentinos habrían expuesto impúdicamente sus dólares y hasta habrían insultado a los lugareños queriendo "comprar" a sus mujeres. Finalmente nadie pudo confirmar la especie. ¿Corolario? Los argentinos hicieron de la ostentación una marca registrada en su ilusorio paso como ciudadanos del Primer Mundo durante los 90 y todavía no entendieron que muchas veces esa actitud es comprendida como una agresión económica y cultural.


Asaltos y paranoia
Para esa época, los medios de comunicación en Argentina ya hablaban de los peligros que debían sortear los paseantes en Brasil y mucho más cuando la policía del Estado de Santa Catarina, de la que Florianópolis es capital, informó que desde el 1º y hasta el 20 de enero un total de 99 turistas argentinos habían sido asaltados. La paranoia se apoderó de familiares y amigos de los veraneantes en el país, mientras éstos disfrutaban del sol y las playas.

En realidad en ese mismo período se registraron 116 hechos delictivos y las víctimas fueron todos argentinos, menos 12 uruguayos y cinco paraguayos. La Secretaría de Organización del Tiempo Libre de Santa Catarina explicó que a primera vista pareciera que los delincuentes eligen a los argentinos para asaltarlos. No es así. Sucede que los "hermanos" -como los brasileños le dicen risueña y despectivamente a los argentinos- son mayoría absoluta en el caudal turístico del sur de Brasil. Así, obviamente, encabezan todas las encuestas, sean éstas positivas o no.

Pero faltaba la sorpresa mayor. Las agencias informativas brasileñas, argentinas e internacionales se hicieron un festival el 27 de enero con dos jóvenes oriundos de Córdoba hallados en una casa del balneario de Camboriú con una menor de 14 años, a la que habían contratado para tener relaciones sexuales. Lucas Saker (25 años) y Rolando Di Ferdinando (29) fueron apresados in fraganti cuando tomaban fotos y filmaban sus placeres prohibidos, y deben estar pasándola muy mal. Como en las cárceles argentinas, en las brasileñas se perdona todo, menos a los violadores, y mucho más cuando una campaña oficial condena enfáticamente la explotación sexual de los niños, principalmente a manos de extranjeros.

Como si se tratara de una estúpida ironía, los abogados de los cordobeses primero adujeron que la chica había consentido el encuentro, intentando disculpar a los delincuentes; y después pretendieron tachar el operativo policial -realizado gracias a la denuncia de una prima de 12 años que también había sido convidada al "programa" y se había negado- por errores de procedimiento. Como ninguna de las estrategias funcionó, dijeron que la chica tenía una imagen de persona mayor, razón desmentida acaloradamente por la policía que ratificó la simetría de la edad de la víctima con su estructura física. ¿Corolario? Los argentinos infringieron no sólo una norma jurídica; por sobre todo no entendieron que ninguna sociedad acepta la violación moral de someter sexualmente a sus chicos, sean éstos excluidos o incluidos sociales.


De regreso
Todo lo bueno termina y las vacaciones también. Y si la mimetización con la alegría brasileña hizo un buen trabajo, seguramente se comience a desdibujar en el mismo momento de subir a un ómnibus o un avión con destino argentino.

Es real que los servicios de pasajeros terrestres o aéreos se superpueblan en enero, reduciendo la calidad de los servicios ofrecidos por las empresas, pero para el argentino medio parece que un inconveniente técnico o una equivocación propia es el antecedente inmediato de la discriminación.

Este cronista regresó en un micro donde funcionaba solamente un ala de la refrigeración y las protestas se hicieron oir con intensidad, hasta que las explicaciones intentaron calmar los ánimos. Lo lograron en parte hasta que una desbocada y rubia mujer espetó un "negro de m..." que impactó de lleno en el chofer y hasta entre los mismos pasajeros.

La frescura de la noche hizo desaparecer la protesta, pero la mañana se guardaba un nuevo regalito. Un pasajero no tenía la visa brasileña para salir del país y, claro, fue retenido en la frontera, obligado a hacer un descargo y a pagar una multa. Y la ignorante respuesta no se hizo esperar. La culpa recayó en el Mercosur, el presidente Lula, Xuxa, la caipirinha y hasta en la selección brasileña de fútbol. Excepto, en quien cometió la infracción de ingresar a Brasil sin la autorización correspondiente. ¿Corolario? Ante la primera dificultad, la culpa es de cualquiera menos de los argentinos y la responsabilidad siempre queda relegada al simple hecho de un complot siempre inexistente.

Aunque todavía no hay cifras oficiales exactas, Brasil espera que 1,7 millón de turistas argentinos circulen por el país durante la temporada veraniega 2004. Y los casos de violencia mencionados son ínfimos ante la cantidad de visitantes prevista. Claro que no los justifica, si bien algunas actitudes producto de la poca y mala educación de los argentinos, en algunos casos los abona. Quizás una pizca de tolerancia y otra de elegancia mejore la relación de los turistas argentinos con los brasileños, y la violencia disminuya; a través de un mejor trabajo preventivo de la policía de allá y de una necesaria toma de conciencia de nuestros propios defectos. Y felices vacaciones.

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Los jóvenes presos por pagar con 100 dólares falsos al ser puestos en libertad.

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