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 domingo, 08 de febrero de 2004

Panorama político
Una tormenta que ya dura 60 días

Jorge Levit / La Capital

"Los 400 millones de pesos que me dejó Reutemann son como las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein: nunca aparecieron". La ácida ironía pertenece al gobernador Jorge Obeid y la repite a todos los que la quieran escuchar para hacerles entender que el Lole le dejó la cancha embarrada.

Obeid cumple esta semana los dos primeros meses de una gestión que le cuesta arrancar y que hasta ahora no se parece ni por asomo a su anterior mandato. Hay dos explicaciones posibles para tratar de comprender qué está pasando con el gobierno de la provincia: las últimas medidas de Reutemann, como aumentar los salarios sólo a un sector de los empleados públicos, la falta de un cierre definitivo para el problema de los inundados de la ciudad de Santa Fe, las designaciones de amigos y parientes en funciones públicas y otros tantos "regalitos" complicaron, y mucho, el inicio del mandato de Obeid.

La prolija gestión del Lole durante los primeros años de administración, en medio de la peor crisis argentina de la historia, se derrumbó sobre el final. No es un secreto para nadie que, en privado, el ex gobernador y ahora senador de la Nación "despelleja" a Obeid, pese a que para las fotos siempre pone la mejor sonrisa. El Lole, fiel al estilo de la política argentina, tiene un doble discurso: uno en off y otro en público. Y los que lo conocen de cerca lo saben muy bien.

La segunda explicación por el resbaladizo comienzo de Obeid hay que buscarla en su propia forma de construir política. También tiene un discurso para las cámaras y otro para la tribuna o, mejor dicho, una manera de transmitir mensajes ajustados a su oratorio. Es así que en Rosario intenta seducir a los rosarinos, pero cuando habla en Santa Fe algunas notas del repertorio cambian de lugar. Puede tener un discurso para la nueva transversalidad o para los gurúes del liberalismo económico. Puede tener ideas comunes con Fidel Castro pero también con el español José María Aznar. Depende de quien lo escuche y en donde se encuentre.

Pero esta modalidad no es tal vez la causa más importante de sus primeros problemas de gobierno. Obeid ya se ha dado cuenta de que algunos lugares clave de la Casa Gris no están ocupados por funcionarios que lo interpretan y que ponen la energía suficiente para resolver los conflictos más urgentes. Uno de sus ministros, el de Gobierno, ya tuvo que salir a desmentir su renuncia, algo de lo que se habló en todos lados a lo largo de la semana. Incluso antes de asumir, Obeid tuvo que reconfirmarlo en el cargo tras aquellas declaraciones de mayúscula ingenuidad política referidas a su jubilación.

La intención de Obeid es buena: sacar de los cargos a los eternos polifuncionarios que todos conocemos y buscar caras nuevas, alejadas de las usinas de la corrupción y con ganas de trabajar para mejorar la vida de los santafesinos. Pero esta política no lo puede llevar a ofrecer cargos a instituciones, grupos de poder o presión como si se tratase de llenar un álbum de figuritas. Y por esto es que paga costos políticos. Una fundación de Rosario, dedicada al estudio de la economía, le recomendó el nombre del secretario de Medio Ambiente de la provincia quien, paradójicamente, se desempeña como gerente de una empresa que es cíclicamente acusada de contaminar el aire. Como era obvio la incompatibilidad se conoció a través de los medios de comunicación y el "recomendado" ni llegó a asumir, se quedó en su casa, o mejor dicho, en el escritorio de la fábrica.

Una institución de análisis económico que pone al secretario de Medio Ambiente parece un contrasentido. Porque si este criterio "distribucionista" persiste, todas las fuerzas que pujan por tener poder e influencia en la provincia se van a anotar con algún candidato, no importa si son idóneas en la materia que recomiendan.

Obeid, que tiene buenas intenciones para Santa Fe, ha navegado entre estas y otras dificultades en sólo dos meses de gobierno. Con sólo tres días de diferencia, sus funcionarios vinculados a la seguridad pública no pudieron evitar que un minúsculo grupo de exaltados tomara por asalto la Casa Gris, perpetrara destrozos e incendiara oficinas. Esas patéticas imágenes fueron las que trascendieron a todo el país y buena parte del mundo y se contraponen con la sucesión de anuncios de inversión millonaria de la mano del boom de la soja. En una provincia desde donde se exporta gran parte de la riqueza argentina, la temperatura política parece igualarse a regiones del norte del país con conflictos permanentes, violencia en las calles y piquetes. El tren K todavía no llegó a Santa Fe.

Obeid está a tiempo de recomenzar su gestión de una mejor manera. Prometió que la alquimia electoral que lo llevó a ser gobernador pese a no haber sido el candidato más votado iba a ser derogada. El proyecto que envió al Congreso para modificar la legislación electoral puede quedar trabado en el propio oficialismo y la consulta a las "bases" y a los organismos de conducción del peronismo provincial se parece a las comisiones especiales ad hoc que nunca resuelven nada.

Su partido, con reflejos un poco lentos para condenar los últimos hechos de violencia en la Casa Gris, da señales de acompañarlo sólo a medias en la cruzada moralizadora de la política santafesina. Una cruzada que también debería llegar a los cuerpos legislativos de la capital provincial. La vicegobernadora María Eugenia Bielsa, además de descolgar el cuadro de Evita de una pared del Senado, tendría que transparentar el manejo de los fondos de la Cámara, porque nunca se sabe con precisión cuánto perciben los legisladores y qué hacen con el dinero que les remite el Estado.

El gobierno de Obeid tiene que volver a empezar. Es prioritario que aclare el crimen con olor a mafia de la líder de las meretrices de Rosario, que la gente se sienta segura en las calles y evitar que los cortes de luz sigan castigando a la población. Tiene que impedir que todas las semanas un preso sea acuchillado en la cárcel de Coronda y debe cumplir la promesa de "mani pulite" que lanzó la jefa de policía provincial.

Se sabe que no es una tarea fácil. Estructuras viciosas hasta los tuétanos no se limpian en pocas semanas. Pero Obeid dijo que él era capaz de hacerlo y ahora deberá demostrarlo, porque si fracasa su gobierno transitará por la senda de la indefinición, la falta de iniciativa política y puede terminar como Reutemann, desdibujado y abúlico.

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