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 domingo, 08 de febrero de 2004

Educación: Que nadie se quede fuera de clase

Un buen día me encontré preguntándome: ¿Es tan importante que los alumnos estén quietitos durante toda la clase y mirando hacia adelante?, ¿es eso sinónimo de orden, garantía de aprendizaje?, ¿no es anormal que un niño o adolescente esté durante tantas horas sentado, quieto, mirando hacia adelante escuchando a alguien que le cuenta cosas que no le interesan?, ¿no es un poquito antinatural?

También, hace poco, descubrí a Howard Gardner preguntándose: "¿Dónde está escrito que todas las personas tienen que aprender de una presentación oral o de un libro de texto? Esas son convenciones culturales, no necesidades".

Junto a las preguntas iniciales y mientras leía a Gardner escuchaba a mi esposa y su tía discutiendo. Su tía insistía: "Los chicos de ahora ya no leen como los de antes". A lo que mi esposa respondía: "Claro que no leen como los de antes, porque no son de antes, son de ahora".

Es tan sencillo: no son de antes, son de ahora. No se trata de hacer juicios de valor, se trata de comprender que es nuestro punto de partida. No aceptar la necesidad de ponerse a trabajar seriamente a partir de ese diagnóstico, es más o menos lo mismo que suponer que al finalizar el mayor congreso mundial de medicina uno de los párrafos medulares de sus conclusiones diga: "Hemos comprobado con total y absoluta seguridad que en las sociedades actuales están apareciendo un sinfín de nuevas enfermedades para las cuales aún no tenemos respuestas ciertas. Es necesario advertir a la humanidad que si no deja de contraer este tipo de enfermedades nuevas indefectiblemente se va a morir".


Otras lecturas
Para que nuestros alumnos y alumnas "no se nos mueran sin, al menos, vernos intentar algo", tal vez sea el momento de preguntarse: ¿cómo son los chicos y chicas de ahora? Una primera aproximación nos permite afirmar que los chicos y chicas de ahora interactúan en (con) Internet, trabajan o juegan con su computadora y pasan muchas horas mirando televisión sin soltar el control remoto para garantizar la dirección del zapping. Situación que antes no se presentaba.

No se puede negar que existe una suerte de derramamiento cultural, a partir del cual estos elementos son cada vez más frecuentes en estamentos sociales de recursos más bajos. Sólo hay que revisar en qué locales se están instalando los cybers para ver que hace tiempo que llegaron a los barrios carenciados.

¿No será que los chicos y chicas de ahora leen de ese modo? (entendiendo al concepto de leer en un más amplio sentido). Nosotros, los chicos y chicas de antes, leíamos en dos dimensiones, es decir de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. Los chicos y chicas de ahora leen en tres dimensiones.

Es decir, empiezan a leer, hacen click donde les interesa, toman otro rumbo, se quedan en una foto que les impactó por alguna razón, conversan un rato (en inglés) con un cyberamigo que vive en otro país al que acaban de encontrar en el chat, nunca dejan de escuchar música y, en la medida de sus posibilidades, mantienen el televisor encendido. Cuando advierten que perdieron el rumbo hacen click en home y todo vuelve al punto de partida.

Es verdad, los chicos de ahora ya no leen como los de antes. Tal vez sea hora de aceptar que hablamos en diferentes idiomas. Y sigo profundizando aún más: ¿no les parece que ni siquiera nos hemos dado cuenta de que entre ellos mismos se hablan diferentes idiomas? Pues entonces hagamos un sublime acto de sinceramiento y no sigamos dejando afuera de nuestra clase a los alumnos o alumnas que no hablan nuestro idioma. Intentemos comunicarnos con ellos a partir de sus códigos, hablemos su idioma.

Esto no significa abandonar nuestros propios códigos generacionales para comenzar a hablar, leer o escribir "en adolescente"; o dejar nuestro lugar de adultos referentes, o que obviemos la importante tarea de traspasar nuestro legado cultural. Es necesario, en cambio, abrir un canal que posibilite el encuentro, el debate, el análisis, el compartir (realmente creo que el lugar de la escuela ya no es el del conocimiento, es el del análisis, el de la reflexión).

Estoy plenamente convencido de que es necesario entrar en sus canales para poder sugerirles otros; que es necesario que hagan la experiencia de saberse diferentes y aceptados como tales para que, entre otras cosas, puedan ellos mismos comprender, también, nuestra diversidad de adultos.

Más allá del alto grado de significatividad que el entorno tecnológico presenta frente a un chico o adolescente, hecho que posiciona al docente frente a un inmejorable punto de partida para cualquier proceso de aprendizaje, se hace necesario que éste adopte la postura de andamio para sostener y acompañar ese camino, pues, de otro modo, es muy probable que todo culmine quedándose en las formas, en la cáscara, en lo que se ve y lamentablemente, esto es lo que suele hacerse.

El docente debe valerse de la potencia del elemento informático, del entorno audiovisual e interactivo que ofrece, de la facilidad y velocidad que permite en el acceso o procesamiento de la información. Debe advertir la potencia del escenario de articulación que posibilita la construcción o incorporación de las realizaciones audiovisuales en el trabajo del aula sin quedarse allí. Lo único que cambió es el recurso, no la esencia. Los chicos y chicas deben construir sus saberes.

Soy un usuario asiduo de la computadora e intento trabajar en la producción comunicacional en mis clases. A veces me va bien, a veces más o menos. Lo que siempre pasa es que con mis alumnos nos divertimos mucho. Y muy a menudo me ocurre que debo invertir más energía en explicar a mis directores qué es lo que estoy haciendo para fundamentar la razón por la cual cada alumno o alumna hace algo distinto y no están todos sentaditos mirando hacia el pizarrón.

Reconozcamos que estamos inmersos en una instancia de cambio de paradigma. Aceptemos que es necesario hablar en otro idioma, incorporar otros códigos. Entonces, ¿por qué seguir esquivando el problema?, ¿por qué seguir dejando a los alumnos y alumnas afuera de la clase?, ¿no te acordás del placer que produce aprender?

Fernando Foulques

Profesor de informática y nuevas tecnologías

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