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 domingo, 08 de febrero de 2004

Lunares, algo más que una mancha

Todos tenemos lunares que permanecen inmutables a lo largo de toda la vida y que a lo sumo pueden crear un problema estético. Estos lunares o nevos, (que quiere decir mancha) pueden aparecer en el momento del nacimiento, en la infancia o incluso en la edad adulta, pudiendo ser únicos o múltiples.

Es bien sabido que no existen métodos para impedir su aparición, dado que uno nace con la información genética de cuántos nevos vamos a tener y eso no lo podremos cambiar. Pero es muy importante el control de los mismos porque hay algunos de ellos que en determinado momento pueden transformarse en melanomas, ocasionando problemas serios e incluso graves. Cuando estos son diagnosticados y tratados a tiempo, los riesgos son controlables y curables.

Los lunares que pueden tener mayor predisposición a la trasformación maligna son los llamados nevos pilosos gigantes congénitos, que aparecen al nacer y miden más de 20 cm. de diámetro. También lo son aquellos denominados nevos displásicos o de Clark, cuyo color varía del marrón claro al oscuro, del centro de la periferia del lunar, teniendo incluso distintas tonalidades. Otros son las displasias melanocíticas, que pueden ser únicas o múltiples y que aparecen en zonas expuestas al sol (principal causante de estas lesiones) y que se presentan como manchas negras, pequeñas como de tinta china, donde nunca hubo un lunar previo.

Desde el punto de vista clínico, los lunares se tornan importantes cuando tienen ciertas características que indican que "algo está pasando".


Cómo reconocerlos
Existe una regla impuesta por la Skin Cancer Fundation de EEUU, denominada "ABCDE de los lunares", y que permite al médico o al común de la gente identificar si ese lunar está sufriendo una transformación maligna o pre maligna. La A quiere decir asimetría, la B bordes, la C color, la D diámetro y la E elevación.

Cuando algún lunar se vuelve asimétrico, tiene bordes irregulares, varió el color y el diámetro aumentó o se elevó, debemos pensar que estamos frente a signos que determinan que se debe hacer una consulta con el médico especialista. También nos debe alertar si un lunar pica, sangra, duele o se ulcera.

Si bien el sol no es un enemigo, cada vez hay más conciencia del riesgo que involucra su abuso y entre otros, está la posibilidad de aparición de un melanoma ya sea por acción directa sobre un lunar previo o despertándolo sobre piel sana. Las personas con gran cantidad de nevos deberán protegerse mucho más del sol, respetando los horarios y la aplicación de pantallas solares con alto índice de protección.


Control necesario
En ocasiones se piensa que si se deja de tomar sol el problema se resuelve y no existe más riesgo, pero eso es un error, porque la piel tiene memoria y va a recordar todas las exposiciones solares sufridas por el individuo, sobre todo si de chico padeció de flechaduras y peladuras, que provocan en la piel daños irreversibles.

El dermatólogo es el indicado para controlar los lunares, a través de una lupa de gran aumento o por medio del dermatoscopio, elemento que se utiliza desde hace muchos años y que forma parte del examen rutinario. A través de este pequeño aparato podemos acercarnos a un diagnóstico, pero nunca va a reemplazar al estudio histopatológico cuando es extirpado.

Es muy importante el control de los lunares, pero nunca hay que sacar todos, en aquellos individuos que poseen una gran cantidad. La mayoría posee lesiones que pueden tenerse toda la vida y que nunca traerán problemas. Es más, algunos lunares hasta son atractivos.

Ramón Fernández Bussy

Dermatólogo

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