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 miércoles, 28 de enero de 2004

Cabrera II

Cabrera, oriunda de San Juan y madre de una nena de 9 años, era la secretaria general de la delegación local de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), un sindicato que pelea por los derechos de las prostitutas a ofrecer sus servicios sin ser hostigadas. Era una activa militante por la derogación de los artículos del Código de Faltas que penalizan a la prostitución. Pero además era la vocera de cuanta compañera suya era víctima de atropellos o abusos por parte de ciertos sectores de la policías. Esas denuncias fueron radicadas en los tribunales y aún son investigadas.

Por todo eso era una persona de alta exposición pública. Solía aparecer en radio, televisión y en diarios cuando acompañaba personalmente a sus "colegas" a presentar de las denuncias por extorsión. Uno de los casos más resonantes de "aprietes" policiales que ventiló motivó el descabezamiento de la cúpula de la sección Moralidad Pública de la Unidad Regional II. Fue cuando denunció en tribunales que efectivos de esa brigada presionaban a prostitutas para que dejen de trabajar en la esquina de una whiskería de Castellanos y San Lorenzo.

Su asesinato a sangre fría llenó de consternación a sus compañeras de calle y también a la dirigencia de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), en cuyas instalaciones funcionaba Ammar. Especialmente porque muchos de quienes la conocían la oyeron decir varias veces que vivía aterrorizada.

La ausencia de vestigios de agresión sexual, dijo una fuente del IML, no excluye la posibilidad de una violación, ya que "muchas veces, en situaciones de amedrentamiento o amenaza, la víctima no opone resistencia o no quedan marcas en su cuerpo que indiquen un cuadro de abuso". En tales casos, "se puede establecer una violación a partir de datos del contexto o de otros elementos de la investigación".

Ante una consulta de este diario, el juez Carbone planteó anoche que considera improbable que el homicidio de Cabrera se hubiera cometido en otro sitio y que el cuerpo hubiera sido plantado luego en el lugar donde lo encontraron. "No solamente por la falta de testigos, sino porque no existe ningún indicio de que fue trasladada, al estilo de un reguero de sangre, mientras que sí había sangre rodeando la cabeza de la víctima", destacó.

El gobernador Jorge Obeid tuvo ayer a mediodía en la delegación rosarina de la Gobernación una reunión con el subsecretario Rossi y con el jefe de la Unidad Regional II, José Manuel Maldonado, para interiorizarse de los detalles del caso.

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