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 miércoles, 28 de enero de 2004

ANALISIS
Coletazos de un negocio estructural

Hernán Lascano / La Capital

Un negocio histórico y turbio vincula a la policía con el ejercicio de la prostitución. En Rosario las denuncias constantes dan cuenta de situaciones ilícitas que como fenómeno profundo nunca se desbarata. Una aproximación de mínima memoria acerca revelaciones de prostitutas y travestis, en 1998, que aseguraban que debían pagar para ofrecer sus servicios en la calle en la zona de la Plaza Libertad sin ser hostigados ni vivir entrando a comisarías. Por esa cuestión perdió su puesto el jefe de policía Benedicto Mattia. Hubo casos de prostitutas acusando a uniformados de infligirles castigo en febrero de 2000. Otras que denuncian aprietes usuales de uniformados en puentes y paradores de rutas. Lo más fresco es el descabezamiento de la sección Moralidad Pública, en septiembre pasado, por otra denuncia de persecución contra tres mujeres. Y la denuncia de Sandra Cabrera del viernes pasado.

No es cuestión de imputar a nadie: acaso sólo el que lo hizo sabe quién mató a Sandra. Pero no es apresurado decir que el negocio que unos cuantos policías hacen con la prostitución no es episódico sino estructural, sostenido en tiempo y espacio. Que la que se establece es una relación asimétrica y opresiva: se basa en el poder del encubre en su uniforme legal la ilegalidad del vínculo, contra el desamparo del que ofrece sexo en la calle, que guste o no guste no representa delito, y que paga para zafar del agobio.

Frente a este lazo, tan arraigado como las cajas negras a cuyo financiamiento contribuyen, el gobierno y la conducción policial tienen algo que hacer. Solamente una decisión de cúpula y una vigilancia estricta puede cercenar de cuajo este ilícito. Esto no tiene que ver con que el responsable de este crimen espantoso use uniforme o no lo haga. La ocasión es terrible. Pero si no se la aprovecha para arrancar de cuajo la práctica enquistada, que es la de la brutalidad y el abuso, medidas como designar a una mujer al frente de Moralidad Pública o cambiar de oficina a los agentes cuestionados se revelarán como lo que aparentan ser. Operaciones de maquillaje.

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