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 domingo, 25 de enero de 2004

Antecedentes de un drama anunciado
Las denuncias sobre carreras improvisadas en zonas urbanas de Rosario se reiteran sin solución

Los peligros de las picadas de autos en zonas urbanas son conocidos y fueron denunciados, pero eso no alcanzó para evitar la muerte de ayer. En marzo de 2001 La Capital dio cuenta de las competencias que se desarrollaban durante los fines de semana en el Paseo Ribereño, el entusiasmo de numeroso público, la vista complaciente de la policía y la ausencia de controles municipales.

Las picadas se corrían entonces desde el semáforo de Washington a Maciel, aunque en ocasiones cubrían tramos más extensos. Al parecer se trataba de carreras organizadas de manera espontánea, sin que hubiera organizadores. La difusión periodística hizo entonces que la policía se ocupara de perseguir a los corredores. Al mismo tiempo se supo que otros puntos de Rosario se convertían en improvisadas pistas de carrera: Jorge Newbery entre Circunvalación y el Aeropuerto Internacional Rosario, Eva Perón entre Wilde y el arroyo Ludueña y ciertos sectores del barrio Fisherton R. En enero del año pasado hubo nuevas denuncias sobre picadas en inmediaciones del aeropuerto.

El diputado socialista Eduardo Di Pollina presentó entonces un proyecto de ley para endurecer las penas a corrieran picadas o carreras de autos en circuitos no autorizados, al considerar que no estaban contempladas por la normativa de faltas, ya que "exceden la infracción de conducción peligrosa por exceso de velocidad".

El proyecto de Di Pollina proponía penas de un mes de arresto e inhabilitación por un año para quienes participaran en picadas. La legislatura provincial lo sancionó en noviembre de 2001. El Paseo Ribereño ya había sido escenario de numerosas picadas. En una de ellas, el 6 de agosto de 1999, una pareja y su hija se salvaron milagrosamente de morir atropellados, cuando cruzaban la avenida Colombres. A partir de la denuncia, se hizo una redada que terminó con 47 corredores presos. En ese caso, la competencia había sido organizada por un comerciante.


Fatal
El 7 de junio de 1997 otra picada se cobró la vida de una persona. Ocurrió en avenida Belgrano y Laprida, cuando un Peugeot 504 y un Ford Escort se lanzaron a toda velocidad a correr una picada.

El Peugeot estaba conducido por Miguel Angel Félix Montino, a quien acompañaba Carlos Hugo González, de 28 años. En medio de la competencia, el auto tocó el cordón y el conductor perdió el control de su vehículo, que se cruzó de carril y se estrelló contra un árbol.

González murió en el acto, mientras Montino sufrió lesiones. Interrogado, el conductor dijo que el otro automovilista -nunca identificado, ya que huyó- lo había gileado, lo que en la jerga de las picadas significa hacer un desafío.

El juez Juan José Alarcón halló a Montino culpable de homicidio culposo y lo condenado a dos años de prisión en suspenso y nueve años de inhabilitación para manejar.

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