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 domingo, 25 de enero de 2004

Cambio. Una antropóloga analiza las peculiaridades del movimiento local
"Los grupos piqueteros rosarinos cuentan con una tradición propia"
Para Gloria Rodríguez, la fuerte presencia de obreros desocupados marca las modalidades de lucha

"Las grupos piqueteros de Rosario cuentan con una tradición propia", advierte la antropóloga Gloria Rodríguez. Su experiencia como coordinadora del área de Antropología y Trabajo del Centro de Estudios de Historia Obrera (Ceho) la llevó a reflexionar sobre la aparición de lo que considera un modo de organización y acción política: las agrupaciones piqueteras. Pero, más que referirse a un nuevo fenómeno, prefiere hablar de un proceso histórico que implica una serie de diversidades y hasta de particularidades locales. "No es lo mismo hablar de los piqueteros de General Mosconi, Tartagal y Neuquén que de las organizaciones de desocupados del Gran Buenos Aires o de las de Rosario", señala.

-¿Por qué?

-Cada una tiene una composición social diferente y vienen de tradiciones distintas. No se puede hablar de estos movimientos sin considerarlos como espacios de encuentro de tradiciones de lucha popular particulares. En algunos lugares hay una composición obrera muy fuerte y una tradición de lucha sindical y gremial. En otros, la situación es distinta.

-Pero hay rasgos comunes como, por ejemplo, la demanda de trabajo...

-Ese es el elemento que los unifica y la base social del movimiento piquetero. Y también el hecho de haber brindado contención a gente sumamente abandonada. Pero así y todo, las diferencias no son menores. No son iguales las estrategias que se pueden trazar con trabajadores que se encuentran desocupados que con desocupados estructurales. Mirá lo que pasa en Rosario. Charlando con un dirigente piquetero destacaba el protagonismo de las mujeres, particularmente en el barrio Las Delicias. Esto no es casual, Las Delicias es un barrio de trabajadores desocupados, entonces para estos hombres no es fácil dirigirse al centro comunitario, a la olla popular para comer todos los días. En cambio la mujer que tiene la responsabilidad de atender la olla todos los días, sí es la que sale "a manguear", como lo denomina el grupo.

-¿Qué es salir "a manguear"?

-El eje central de las organizaciones de desocupados es la búsqueda de planes sociales, como ahora son los Jefas y Jefes. Pero además se organiza el reclamo de alimentos tanto al Estado como a los grandes supermercadistas. Y está el mangueo cotidiano que es ir a pedir a las verdulerías el resto de la mercadería que no se vende, a las carnicerías los huesos. Todo eso se lleva a la olla. Y en esto las mujeres son protagonistas, es muy difícil que el varón se anime al mangueo, el se junta con otros compañeros desocupados a jugar a las cartas, o a beber. No sucede lo mismo con barrios que nacieron siendo marginales, donde esta actividad es tomada casi como un trabajo.

-¿Esta presencia de trabajadores desocupados es una característica de lo que se podría llamar el movimiento piquetero rosarino?

-Sí, esta es una de las peculiaridades que hacen que el movimiento piquetero sea distinto acá.

-¿Y cuáles serían las otras?

-Después de los saqueos del 89 la Municipalidad se volcó a tener una actividad asistencialista muy fuerte y muy organizada en los barrios. Otra es la importancia de los movimientos eclesiales de base que tienen también una presencia importante y reaparecen fundamentalmente a partir de esa fecha.

-Dos datos a tener en cuenta...

-Sí, porque a esto se asocia el hecho de que Rosario no tiene un centro político a dónde movilizarse. La Casa Rosada o la Gris no están acá, el centro político es el municipio, el que a la vez le brinda asistencia. Entonces, gran parte de las veces que los piqueteros se movilizaron hasta la Municipalidad encontraron que muchas de las personas se retiraban de la marcha. Y esto pasó porque creo que hay una política de la Municipalidad hacia estos sectores.

-Que no se da en la provincia de Buenos Aires...

-La mejor demostración de esto es que ahora que el Estado nacional se dispone a tener una política hacia estos sectores está, tal vez, temblequeando el movimiento piquetero. Pero también hay otras cosas que son particulares de Rosario. En su mayoría, las agrupaciones piqueteras están ligadas a partidos políticos nacionales o a agrupaciones como la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Esto en Rosario se organiza más tardíamente, después de que el acuerdo sale cristalizado y volcado a nivel nacional.

-Además pareciera que en Rosario no sólo existe -como dicen los economistas- una capacidad industrial que no se ha terminado de desmantelar, sino también una cultura obrera dispuesta a acoplarse a cualquier proceso de reactivación.

-Sin duda, aunque todavía falta estudiar las características de los trabajadores jóvenes que han nacido reconvertivos y flexibilizados, Rosario ha tenido un protagonismo fundamental en la resistencia después de la Revolución Libertadora, el Rosariazo, y los saqueos del 89. Me animaría a decir que el gran desafío del sindicalismo es cómo recomponer sus cuadros desmantelados de dirigentes obreros. Pero en estos momentos en que se puede ver una incipiente reactivación económica, todos esos fenómenos van a reaparecer...

-¿Que pasará entonces con el movimiento piquetero?

-Tenemos distintas cosas. Por un lado está el tema de la reinserción en lo que podríamos llamar el mundo del trabajo tradicional. Por el otro, está el tema de la economía social. Esta semana, el gobierno nacional presentó en Rosario un plan para apoyar los microemprendimientos productivos y llama la atención de que a la reunión no fueron invitadas las agrupaciones piqueteras.

-¿Por qué no las invitan?

-Creo que es una política del gobierno nacional de tomar en sus manos el problema de los desocupados, y creo que por abajo está la intención de desarticular estos movimientos. Me da la impresión de que esta combinación de la reactivación económica, con la decisión de tomar las riendas del control por parte del gobierno, podría debilitar mucho el movimiento piquetero.

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