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 miércoles, 07 de enero de 2004

Una ladrona audaz y vigorosa vendió cara su libertad en Cochabamba al 1000
Cincuenta taxistas defendieron a un colega de la furia de una asaltante
Un enjambre de autos rodeó a una mujer que amenazaba con un cuchillo a un chofer, quien la entregó a la policía

María Laura Cicerchia / La Capital

Veinte años día y noche arriba del taxi forjaron en Héctor Rodolfo de María todo tipo de recaudos para evitar los robos. Rechazar el viaje si el pasajero canta un destino peligroso, seguir de largo si no le gusta "la pinta" del cliente y moverse siempre dentro del radio céntrico son algunos de sus métodos. Pero esas precauciones pueden fallar: el lunes una furiosa mujer de 37 años lo asaltó con un cuchillo al cabo de un viaje, le destrozó una puerta del vehículo de una patada y luego arrancó a golpes la puerta de un departamento en el que intentó refugiarse cuando unos 50 taxis llegaban para apoyar al colega en apuros. "¿Quién se iba a imaginar que esta mujer iba a hacer lo que hizo?", se preguntaba resignado el tachero en el caluroso mediodía de ayer, con un tobillo dolorido porque al atrapar a la robusta mujer su pie derecho quedó atrapado en una alcantarilla.

El robo del lunes a las 19 es el séptimo que sufre este tachero de 57 años y el primero que termina con su autor detenido. El mismo conductor fue quien retuvo a la ladrona hasta que llegó un móvil de la comisaría 5ª y la llevó esposada. De María es peón de taxi y suele trabajar sin discriminación de horarios en la zona del centro a bordo de un Volkswagen Senda con el registro Nº 1272. El lunes empezó su jornada después del mediodía porque ocupó la mañana en hacer algunos trámites. No paró hasta la tardecita, alrededor de las 19, cuando una mujer le hizo señas en Beruti y Ayolas cerca de donde había dejado al pasajero interior.

La mujer subió al asiento trasero y pidió ser conducida hasta Cochabamba al 1000. Robusta, de un metro sesenta aproximado de estatura, vestida con una pollera pantalón y llena de tatuajes, la mujer viajó en silencio hasta llegar al destino. Entonces preguntó el costo del pasaje y bajó del auto. Se paró al lado del conductor y amagó con buscar dinero de sus bolsillos, pero sacó un cuchillo común de cocina y lo apoyó en el cuello del taxista. "Quedate tranquila que te voy a dar la plata", le dijo De María a la mujer, y le entregó los 50 pesos de recaudación. Pero la asaltante quería más dinero. "Se ve que sabía que a esa hora se hace la rendición y se puso como loca. Me tiró como diez puntazos y le pegó una patada a la puerta trasera izquierda con una fuerza tremenda. El auto quedó como si lo hubiera atropellado un camión", comparó el hombre en el caluroso mediodía de ayer.


Una tromba
La mujer entró "como loca" al edificio de Cochabamba 1076 mientras por el equipo de radio el tachero pedía ayuda a sus colegas del servicio de radiotaxis 4822222. Según la versión policial, los otros taxistas que llegaron al lugar persiguieron a la mujer, que en su escape destrozó la puerta de un departamento de la planta baja de ese edificio, y la retuvieron hasta la llegada de la policía. Cuando la apresaron tenía una lesión en la rodilla y escoriaciones producto de "la refriega con los trabajadores del volante", tal como lo definió un vocero policial.

Pero De María niega que tanto él o sus compañeros hayan agredido a la mujer. "Se habrá golpeado sola", enfatizó. De María asegura que cuando la mujer se alejó, con el robo consumado, él avanzó unos 50 metros con el auto. Luego llegaron sus colegas y, mientras les contaba lo ocurrido, la asaltante volvió a salir "corriendo despavorida" hacia donde se encontraba el grupo de tacheros. "Sin pensar lo que hacía la corrí y me tiré encima. La detuve hasta que llegó la policía", relató. En esa corrida su pie se trabó en una alcantarilla y resultó lesionado.

Después fue a hacer la denuncia a la comisaría 5ª. La detenida se llama María del Carmen García, tiene 36 años y algunos antecedentes por delitos menores. Ayer declaró ante el juez Juan José Pazos por robo calificado.

El chofer asaltado viene de una familia de tacheros y tanto su hijo como los dos de su mujer manejan un taxi. El tema de los asaltos no puede faltar en la sobremesa familiar: a él le robaron siete veces. En una ocasión le dispararon en Oroño y Juan Canals. No lo hirieron, pero se desmayó del susto. Y aunque trata de elegir los clientes, ahora sufre él mismo las precauciones del gremio contra la inseguridad: desde que se mudó al Fonavi de Grandoli y Gutiérrez no encuentra un taxi dispuesto a llevarlo de regreso a su casa.

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A Héctor de María le robaron siete veces. Pero nunca una mujer.

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