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 miércoles, 07 de enero de 2004

Nada cambió en la política

Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él. A nadie escapa que la actual situación de respiro económico del país es producto de acontecimientos externos. Si un ciudadano se para a pensar, nada cambió en el sistema político que justifique esta bonanza y mucho menos que asegure que continúe y no debamos lamentar otra crisis. El exacerbado sistema hegemónico presidencialista continúa sin cambios. Los legisladores, en los papeles de representantes del pueblo, siguen estando a las órdenes del presidente de turno. Sólo basta recordar que los mismos diputados y senadores que aprobaron los pliegos de Nazareno durante el gobierno de Menen rubricaron la designación unipersonal del cuestionado Zaffaroni. Nada ha cambiado excepto la figura presidencial. El sistema de gobierno que descansa en las decisiones del Ejecutivo está hoy más fuerte que nunca. El sistema representativo proporcional, por el cual elegimos a nuestros representantes, nos ha llevado a esta situación de no ser representados por nadie. La excusa que utilizan los políticos para apoyar este sistema, que es la defensa de las minorías, en la práctica sólo defendió a la minoría que gana su sustento diario con la política. El ciudadano debe entender que el presidente, gobernador o intendente, no es su representante, sino administradores de la cosa pública. Las políticas económicas y sociales deben salir del Congreso. El ciudadano debe comprender que para que la democracia se trasforme en bienestar, se deben equilibrar ideologías e intereses y el sistema actual, con un partido mayoritario y una oposición atomizada, producto del sistema representativo proporcional, no augura ningún éxito. Por último, las internas abiertas simultáneas son la defensa orquestada por las cúpulas partidarias del sistema representativo proporcional. Es otro movimiento gatopardista, ruido para que nada cambie.

Julio Ricardo Sánchez



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