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 domingo, 26 de octubre de 2003

Educación: El paso a la universidad

Marcela Isaías / La Capital

María Florencia está a poco de concluir el polimodal. El año entrante comenzará a estudiar Ciencias Económicas en la universidad. Al igual que ella, miles de jóvenes se incorporarán en una u otra carrera del nivel superior. Sin embargo, sólo un poco más de la mitad logrará pasar el primer año, porque en Argentina, el 40 por ciento de los estudiantes universitarios (en algunas regiones la cifra es mayor) deserta durante el primer año.

El tema desvela a expertos y motiva para el diseño de distintas propuestas surgidas desde las casas de estudio para evitar lo que se considera un fracaso anunciado. Si bien las causas son disímiles, y en el mismo sentido las ideas que se han dado para hacerle frente, todos coinciden en apuntar a la articulación entre los niveles -polimodal y superior- como una de las clave del problema.

La preocupación por asegurar un buen tránsito por los estudios superiores ha desembocado en una reunión significativa -la primera que se da en este sentido-, en los primeros días de octubre, entre rectores de universidades públicas y privadas y los ministros provinciales de Educación. La agenda fue clara: acordar un plan estratégico común que atienda y garantice un buen tránsito del nivel medio al superior.

Si bien es cierto que cada facultad se ha dado métodos propios para atender el ingreso de sus estudiantes, y que pasan desde lo irrestricto hasta exámenes o instancias llamadas de confrontación vocacional, todavía falta debatir cómo atender a los estudiantes que ya están dentro de la universidad de manera de asegurarles un buen comienzo y continuidad en los primeros años de su carrera.

Entre los factores que provocan que el nivel de deserción sea alto está la falta de una orientación vocacional clara en quienes empiezan. Las ofertas para ayudar a decidirse por una carrera u otra no faltan, pero la posibilidad de cambiar de preferencias siempre está latente. También es real que en este terreno se ha apuntado a que las escuelas secundarias -ahora polimodales- comiencen en los últimos años a brindar una orientación a sus alumnos sobre el campo profesional en el que pretenden insertarse.

A esta falta de elección clara otros agregan dificultades serias en la preparación académica de base que requiere un alumno para estar en el nivel superior, de las cuales responsabilizan a la escuela secundaria. No es casual entonces que muchos de los cursos de nivelación, apoyo o exámenes que se dictan previo al ingreso en diferentes facultades apunten a la comprensión de textos y a la matemática.

No menor es el factor socioeconómico: las estadísticas concluyen que no es justamente la mayoría de los alumnos que culmina la secundaria quienes logran seguir una carrera de nivel superior, más allá de que ése sea su deseo. Y menos que luego logren mantenerse en este nivel sin sobresaltos. Sobre este punto, las universidades nacionales cuentan con programas de becas que atienden cuestiones puntuales organizadas desde el Programa Nacional de Becas Universitarias, que en esencia pretende justamente facilitar el acceso o bien la permanencia de los alumnos de escasos recursos económicos y que logren mantener un buen desempeño académico y regularidad en los estudios. La información sobre este programa puede consultarse en las distintas facultades o bien en el sitio www.ses.me.gov.ar

Además de buscar una orientación lo más cercana posible a las pretensiones de los alumnos, contar con recursos para mantenerse en este nivel del sistema educativo y sumar ciertos méritos de conocimientos, el paso a la universidad también marca un antes y un después entre la vida académica que tenía la escuela secundaria y la que marca el nivel superior. Para algunos, con rasgos de mayor autonomía a la hora de sentarse a estudiar; para otros, con la posibilidad de demostrar que estar en la universidad es un esfuerzo no sólo económico importante sino también de voluntad y méritos personales.

Justamente, en cierta oportunidad y dialogando sobre el tema con el rector de la Universidad Nacional de Rosario, Ricardo Suárez, apuntó lo siguiente: "Es real que también falta una cultura del esfuerzo", dijo. La cual no surge mágicamente sino que proviene en gran parte de lo que previamente ha aprendido en su familia, en su historia como alumno.

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