Iñaki Urlezaga mostró el trabajo de su compañía en el teatro El Círculo

La danza, entre el drama y el humor

Valses, tangos y un clásico de Maurice Ravel fueron el eje de un repertorio que no terminó de sorprender

Rodolfo Bella / La Capital

El bailarín Iñaki Urlezaga regresó a Rosario para presentar el espectáculo que montó junto a su compañía Ballet Concierto en una única función que se ofreció en el teatro El Círculo. Urlezaga y las directoras artísticas eligieron un repertorio de melodías populares para esta presentación consistente en valses de Johan Strauss, obras de Jacques Offenbach y tangos clásicos. Para el final se reservó la interpretación de la muy conocida "Bolero", de Maurice Ravel.

Una mixtura entre teatralidad y danza, que no alcanza para encuadrar el espectáculo en el género de teatro-danza, es el signo sobresaliente de la forma en la cual Urlezaga encaró el trabajo de su compañía. La singularidad sirve para establecer una clara diferenciación con respecto a shows similares de otros bailarinas estrellas argentinos.

Durante la interpretación de los distintos tramos, Urlezaga mantuvo contacto visual y estableció una sutil complicidad con la platea, una singularidad que se extendió de manera casi permanente a lo largo de las casi dos horas del show.

El vínculo por momentos es efectivo porque resta solemnidad a la propuesta. Sin embargo, también resulta una distracción para el espectador y no contribuye a valorar la intensidad de la interpretación de la pareja que forma con su partenaire femenina.

No obstante, esa apelación a comprometer al público con lo que ocurre en escena es exclusiva de los tramos en los cuales participa el bailarín platense, y no un criterio unificado y extensivo al resto del cuerpo de baile.

El combo musical elegido resultó el indicado para que la compañía mostrara su destreza en distintos estilos y ofreciera un espectáculo atractivo, aunque la elección de los temas quizás no resultó la muestra más adecuada para exponer el potencial de un eficiente y disciplinado cuerpo de baile.

La delicadeza de las ampliamente difundidas piezas de Strauss fue en extremo valorada en la interpretación, aunque el vestuario demasiado rígido de las bailarinas no contribuyó a acentuar la levedad de sus movimientos.

La teatralidad de la propuesta apareció más explícitamente expuesta durante el cuadro de "Can Can", de Offenbach, así como el sentido del humor de una propuesta atípica. A través de esas composiciones los varones de la compañía relataron con humor el intento de abordaje de las bailarinas, quienes interpretan el ya clásico cuadro con las polleras en alto que irrumpen en escena animándose con gritos.

El bloque intermedio destinado al tango fue un paseo correcto por un género reiteradamente encarado por las compañías nacionales de ballet. El trabajo sobre el dos por cuatro en el cuadro "Destino Buenos Aires", con el cual Urlezaga intenta rescatar la atmósfera porteña, logra una síntesis que fluctúa entre el neoclásico y el show de exportación, con obras de Mariano Mores, Astor Piazzolla, Osvaldo Pugliese y Gerardo Matos Rodríguez.

Entre los diferentes cuadros se destacó uno de las parejas de la compañía que arrancó aplausos con su interpretación de una elaborada versión de "La cumparsita", en la que no faltaron ni la pasión ni el erotismo, que son el signo vital del tango. Por su parte Urlezaga y su compañera abordaron con técnica rigurosa una muy estilizada interpretación de "El día que quieras".

Urlezaga posee una destreza física y un tecnicismo admirable que el público celebró. Sin embargo, la energía desplegada en las figuras que interpretó en solitario, parecía disiparse en la interacción de las escenas de conjunto. Al menos así sucedió hasta el tramo de "Bolero", con el cual el equipo arrancó un bis, gracias a la valoración de las coreografías precisas, la sobriedad de los movimientos y una idea clara de la narración que el grupo hace en base a la música de Ravel.

Roberta Marques e Iñaki Urlezaga.