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 jueves, 18 de septiembre de 2003

Escenario
Un muy secreto club de galanes

Ricardo Luque / La Capital

Un fantasma recorre la ciudad. Nadie habla de otra cosa. Al menos ahí donde no vale la pena hablar de otra cosa. Porque, mal que les pese a los chicos Hawaian Tropic, en el happy hour de Metropolitan los temas de conversación apenas rozan la superficie de las cosas. Igual que en la barra de Capital, donde preguntar la hora puede resultar comprometido. Un aprieto en el que sería cruel meter a la nube de aspirantes a reyes de la noche que se apretujan en el local copa en mano y pose de ganador de publicidad de LM. Y eso que los Rolex brillan más que las estrellas en una noche de verano en los Mares del Sur. Si hasta en el Bar del Mar, donde los parroquianos sólo se preguntan por el sexo de los ángeles, la inquietud caló hondo. Curioso. Tanto como que hasta la vieja guardia de la Mesa de los Galanes, sí, esa que reinaba en los atardeceres militantes de los setenta en El Cairo, hace días que sufre una incontenible ansiedad por querer saber de qué se trata. Varios de los muchachos, que ya no son ni tan militantes ni tan galanes, hablaron el tema en análisis. Pero no se calmaron. Al menos sin ayuda química. Aunque, hay que admitirlo, hay más de uno que, embriagado por los efluvios new age, cambió el Valium por las Flores de Bach. Su inquietud, sin embargo, es genuina. Pocos saben de qué se habla cuando se habla del Bob Galan Club. Igual todos hablan hasta por los codos. Hay quienes afirman que es un lugar de encuentro de un puñado de notables empeñados en celebrar su misoginia. Otros imaginan un paraíso de placer poblado de niñas rabiosas, rosas rojo sangre y suave música tecno. Los más atrevidos tiran nombres, pero no aciertan. Sus dardos apuntan a un prominente hombre de la política, quien, aseguran, maneja los hilos en las sombras. Se sospecha también que el mentor del proyecto es el augusto RRPP de un tradicional restaurante céntrico, afecto a las raves y los vinos finos, y que a su alrededor hay un enjambre de mujeres desesperadas por un poco de acción. Pero son sólo especulaciones. Lo único cierto es que el club, pronto a inaugurarse, rinde culto al gran Roberto Galán. Y a su eterna pasión por ayudar a formar parejas.

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