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 jueves, 18 de septiembre de 2003

El emprendimiento ocupa un predio que cedió el municipio a una fundación
Ponen en marcha un vivero que ya emplea 150 jóvenes discapacitados
En tres meses lograron una producción de 40 mil plantines que se venden a comerciantes y particulares

Carina Bazzoni / La Capital

Hasta hace tres meses, el terreno de Lamadrid 250 bis, lindero al Parque del Mercado, era un baldío poblado de malezas. "Una boca de lobos, oscura y sucia", según describen los vecinos. En 90 días, 3 profesoras y 150 jóvenes discapacitados lo convirtieron en un vivero. Y esta semana comenzaron a vender su producción: unos 40 mil plantines que se exhibirán en el propio vivero (de 8 a 17) y en distintos comercios. Pero esta es sólo la primera parte del proyecto que incluye también el cultivo de árboles y la creación de un jardín botánico.

"Quien no conocía cómo era este lugar antes no, se lo puede imaginar", asegura a La Capital la directora del proyecto, Griselda Foscarini, mientras recorre los almácigos que hoy lucen repletos de petunias, conejitos y corales. "Era un baldío de dos hectáreas, repleto de yuyos, árboles, enredaderas y basura", recuerda.

Griselda llegó al predio de la zona sur el 4 de julio pasado junto a otras 3 docentes especiales y sus 150 alumnos. Primero tuvieron que desmalezar parte del terreno. Después trasplantaron ejemplares de árboles que eligieron conservar, iluminaron el lugar, extendieron las cañerías de agua, recuperaron una casilla para utilizarla como depósito de herramientas, comedor y oficina, levantaron un baño y armaron los sectores de siembra, un invernadero y un sitio para la venta.

"Los vecinos ya ni pasaban por aquí. Era un lugar que estaba abandonado y oscuro, y parecía peligroso. Ahora, cuando se acercan al vivero no pueden creer todo lo que hicimos en tan poco tiempo", dice con orgullo Griselda.


Hijo de la necesidad
El predio donde se asienta el flamante vivero pertenece a la Municipalidad, y lo cedió a la Fundación Vivero Rosario para que desarrolle el emprendimiento que Griselda define como un "hijo de la necesidad".

Es que todo empezó hace tres años cuando la Dirección para la Inclusión de Personas con Discapacidad de la Municipalidad puso en marcha el proyecto de "Mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad en la ciudad de Rosario". La iniciativa contaba con financiamiento de la Unión Europea (UE) y el municipio, y uno de sus ejes de trabajo era la integración social de ese sector de la población.

Con este fin se puso en marcha el Centro de Capacitación Laboral en Tareas de Jardinería que comenzó a funcionar en las dependencias de la Dirección de Parques y Paseos.

Allí se formaron 20 profesores de educación especial que acompañaron el proceso de aprendizaje de 300 jóvenes minusválidos que recibieron su título de "Idóneo en jardinería", al tiempo que producían la mayor parte de los plantines que utiliza el municipio en los espacios verdes.

Pero el convenio con la UE llegó a su fin, y frente a la posibilidad de perder ese espacio para sus hijos, los padres de los alumnos crearon la Fundación Vivero Rosario y gestionaron la entrega por tres años del predio de zona sur para desarrollar un emprendimiento productivo.

Actualmente, la siembra y preparación de plantines emplea a 150 jóvenes de entre 17 y 25 años con distintos grados de discapacidad que cubren dos turnos, de 8 a 12 y de 13 a 17.

A cambio reciben semanalmente una beca que ronda los 20 pesos. Y además desayunan, almuerzan y meriendan en un sector del vivero que ellos mismos recuperaron.

Para Griselda la experiencia tiene más de un beneficio: "Al mismo tiempo, los chicos reciben una capacitación, logran una salida laboral y demuestran que pueden afrontar un trabajo con la misma responsabilidad y eficiencia que tiene cualquier persona".

Con todo, el proyecto es aún más ambicioso. En el vivero ya se están preparando las gajeras para producir todo tipo de arbustos y algunas variedades de árboles para ofrecer tanto a particulares como a comerciantes del rubro.

Si todo marcha bien, irán aún más lejos parquizando la totalidad de las dos hectáreas que ocupa el terreno y convirtiéndolas en un jardín botánico. "Hay una gran variedad de árboles que vamos a conservar, algunos bastante añosos, así que abriendo más caminos y poniendo algunos bancos podremos hacer un hermoso lugar para pasear", comenta Griselda.

Y si bien reconocen que no será fácil, exhiben una carta a favor: les sobra iniciativa y voluntad.

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Los integrantes lograron una salida laboral.

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