Año CXXXVI Nº 49957
Política
La Ciudad
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Turismo
Mujer
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Educación 06/09
Campo 06/09
Salud 03/09
Autos 03/09


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 07 de septiembre de 2003

Prisión con precio. Minucioso testimonio sobre la explotación de presos
"Si no tenés plata, no te atienden"
Familiares de detenidos aseguran que los beneficios irregulares están rigurosamente tarifados

"Tenés que tener plata. Si no, no te atienden", resumió Nélida Ledesma, de 45 años, y madre de un detenido por robo calificado. La mujer llegó al lugar destilando bronca, sin saber que en el interior se desarrollaba un motín. Iba a quejarse ante la guardia porque a la mañana no permitieron que un conocido suyo pasara la comida que había preparado para su hijo. Exaltada, la mujer exhibió ante las cámara el bolso repleto de canelones, salsa y tortillas que había preparado para su hijo y que no superó el control. "No me dejaron pasar ni siquiera un paquete de arroz cerrado. ¿A ustedes les parece que yo puedo ponerme a fabricar arroz para ponerle droga adentro?", dijo antes de romper el envoltorio y desparramar su contenido para demostrar que no ocultaba nada prohibido.

"Lo que pasa es que, para que te dejen pasar las cosas, hay que pagar. Si quiero que mi hijo coma arroz tengo que pagarle a la policía 15 pesos. Los policías te piden plata para los cigarros, te piden plata para dejarte entrar y se quedan con la mitad de las cosas que uno lleva", reveló la mujer mientras los otros familiares asentían en silencio.

Según ellos, todo beneficio tiene un costo dentro del penal: "Un dentífrico sale 5 pesos, una visita íntima 10 pesos, las visitas fuera de horario 15 pesos por persona, mandar un bolso con comida 20 pesos. Si tenés plata, tenés lo que necesitas".

"Los presos VIP tienen teléfono celular, pastillas, droga, alcohol, visitas, mujeres y salidas. Lo usan los narcos y los que tienen alguna bronca con los otros presos por alguna buchonada y por eso no pueden estar en un penal común", dijo Jaquelina, nuera de Nélida Ledesma, mientras su suegra señalaba a un grupo de mujeres que esperaba en la esquina. "Esas son las mujeres de los por esos VIP. Hoy no hay visita femenina, pero ellas entran igual. ¿Tenés quince pesos? Prestame y vas a ver como entro", desafió a la mujer los cronistas.


Antecedentes
Con apenas siete días de diferencia, la Alcaidía de la UR II se vio envuelta en dos casos que desnudaron en parte la corrupción que reinaba allí. Lo que llamó la atención además, fue que uno de esos hechos protagonizado por un conocido estafador y porque en ambos estuvo involucrado un mismo policía de jerarquía menor que nunca pudo haber actuado de esa forma sin que sus superiores hiciesen "la vista gorda".

El 14 de diciembre, Claudio Belinatto estaba acusado y detenido por una serie de estafas, la más resonante tenía que ver con la venta de autos importados. Su lugar de detención era el edificio de la vieja Jefatura. Aquel día manifestó que sentirse mal de salud y las autoridades policiales dispusieron su traslado al Hospital Centenario para un control. De ese nosocomio, y a pesar de estar vigilado por un uniformado, Belinatto se marchó y nunca más se supo de él. El policía que lo vigilaba era el sargento Sergio Bianchetti, quien fue sancionado por sus superiores con un pase a disponibilidad.

Lo más delirante se dio el 21. El mismo Bianchetti, quien tenía prohibido presentarse en su lugar de trabajo por el traspié con Belinatto, intentó sacar a tres presos escondidos en la parte trasera de su auto. La maniobra se abortó gracias a un llamado telefónico "anónimo" a la guardia del penal.

Esa llamada de alerta siempre dejó la sensación de que no se trataba de una actitud enaltecedora, sino más bien de una venganza por despecho de alguien que "quedó afuera" del negocio. A mediados de abril, el juez de instrucción Carlos Carbone, quien investigó la conducta del policía, resolvió procesarlo por facilitamiento doloso de evasión. Además comprobó que el uniformado había cometido más delitos: portaba un arma de fuego cuando en realidad lo tenía prohibido y le habían quitado el permiso. Además, en el momento de la fuga utilizaba un auto sin patente. Nadie pudo explicar qué hacía un sargento sancionado dentro de la alcaidía el día que "cargó" a tres presos en su coche.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
La alcaidía fue escenario de fugas dudosas.

Notas Relacionadas
Denuncian una red de corrupción en el penal de la ex Jefatura de Policía


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados