Alternativas para la inclusión

En Rosario, dos asociaciones trabajan brindando actividades educativas y capacitación laboral en forma gratuita.

Clarisa Ercolano

A medida que la crisis social y económica ganó terreno, la desocupación se instaló de modo alarmante y acarreó con ella otros males como deserción escolar, violencia familiar y profundas depresiones que se vieron sobre todo reflejadas en las esferas más bajas de la sociedad. Pese a la impotencia que generan estas situaciones, en Rosario surgieron grupos de ciudadanos que con la puesta en marcha de sus proyectos lograron poco a poco volver a abrir espacios a quienes se les habían cerrado y brindarles de alguna manera una alternativa posible.

Carlos Núñez es uno de los responsables de la Biblioteca Pocho Lepratti, ubicada en el barrio rosarino de La Tablada. El y un grupo de personas habían comenzado con la biblioteca en un local perteneciente a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), pero luego del asesinato de Pocho, el 21 de diciembre de 2001, se mudaron a un local que alquilaron y bautizaron con el nombre del militante social. "No sólo lo elegimos por Pocho, sino que también quisimos homenajear a todas las personas que realizan trabajo social", explicó Núñez.

Lo que en un momento fue planeado como espacio de lectura se transformó en un completo centro cultural que contemplando las necesidades de los sectores excluidos, se diversificó. De esta forma se implementó el desarrollo de actividades culturales comunitarias que comprenden servicios de apoyo escolar y orientación pedagógica, además de poner al alcance de la mano materiales necesarios para las tareas escolares. "Es importante trabajar por la retención escolar, porque el chico que no trabaja y tampoco estudia se convierte en una bomba de tiempo", remarcó Núñez.

Además, en el centro se dictan talleres de arte y periodismo que son posibles gracias al tiempo que diversos profesionales dedican a trabajar en la institución y se realizan ciclos de cine debate y talleres de reflexión sobre problemáticas actuales. Pero no sólo la educación y el desarrollo creativo encuentran un lugar. Las personas que lo crean necesario pueden obtener asistencia psicológica y orientación en forma totalmente gratuita.

"Nuestra idea no es la de un depósito en donde dejar a los chicos, lo que nosotros queremos es brindar verdadera contención", dijo Núñez. Esto explica la apertura del centro, que en un principio se orientaba a niños y adolescentes pero ahora incorpora a toda la comunidad.

Esta institución, que según sus miembros "lucha contra la exclusión de los que menos tienen procurándoles un espacio socio cultural distinto", subsiste gracias al aporte de los socios de la biblioteca y del trabajo mancomunado que todos realizan para que siga adelante.

La tarea es ardua, los sectores que recurren al centro demandan constante dedicación, y en su mayoría, necesitan encontrar en la educación una herramienta que les permita superarse y defenderse en el futuro.

Pero pese a todas las dificultades, los miembros están decididos a seguir cumpliendo proyectos y se plantean nuevos objetivos como por ejemplo un centro de documentación para todas las organizaciones de asistencia social y trabajo participativo y la constitución de un equipo para luchar contra la falta de lectura e instrucción.

"Con la participación y la toma de conciencia, que empezó a tomar forma después de los hechos del 20 de diciembre, la esperanza de que todo cambie cobra cada día más fuerza", finalizó Núñez.


La ilusión de volver a trabajar
La asociación civil Redes apuntó su política a los beneficiarios de los planes Jefas y Jefes de Hogar que son convocados para recibir, o bien aportar capacitación en diversos rubros. De este modo, se logra que muchas personas puedan explotar una capacidad o bien aprender una tarea y conseguir de este modo la reinserción laboral y una generación extra de ingresos.

"Cuando te quedás sin trabajo perdés muchas cosas, además del empleo", dijo Roxana Cantore, presidenta de la agrupación. Dos años atrás, ella y un grupo de amigos que estaban desocupados comenzaron a elaborar este plan que trata básicamente de ubicar en algún oficio a las personas capacitadas y brindárselo además a quienes no lo tienen".

Redes terminó de consolidarse con el aporte de los socios y de las personas que realizan actividades dentro de la institución. Gracias a la Cámara de Libreros cuentan con un espacio propio que les permite expanderse y poder abrir una sala de computación y un espacio infanto-juvenil para contener a los hijos de las personas que concurren a la institución.

Las actividades están disponibles para toda la comunidad y se puede acceder a ellas bajo un mínimo costo. Enseñan idiomas, canto y guitarra y brindan desde talleres literarios y de actividades prácticas hasta clases de yoga. Del ingreso de todas estas disciplinas, una porción pequeña se destina al mantenimiento del centro y el resto queda para quienes las dictan.

Redes es un ejemplo de espacio solidario y comunitario ya que además de devolverle el trabajo formal a muchas personas también les brinda apoyo psicológico, asistencia legal gratuita y hasta la posibilidad de prepararse para completar los estudios secundarios.

"Las historias que hay detrás de la desocupación son pesadas, cuando llegan y te cuentan todo, se terminan quebrando", remarcó Roxana, antes de agregar que "si bien las situaciones son desesperantes, la gente aprende a desarrollar otras actividades".

Si bien no es fácil, Redes tiene en claro su objetivo máximo de reinsertar la mayor cantidad de gente en el mercado laboral. Por eso sigue trabajando para ese fin y ya están próximos a editar una carpeta con los curriculums laborales de cada miembro, además de no dejar de proyectar la concreción de un microemprendimiento propio, que reafirme día a día las ganas de seguir peleándola.