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 lunes, 01 de septiembre de 2003

Central ganó bien sin jugar bien

José M. Petunchi / La Capital

Terminó lleno de fútbol, festejando hasta el hartazgo el gol de Vitamina Sánchez, en tiempo de descuento, que aseguró el resultado, le dio rienda suelta a la emoción y dejó volar la ilusión. Con estos matices resulta casi impensado suponer que tras ganar por 3-1 Central tuvo alguna complicación para quedarse con el triunfo que tanto necesitaba. Sin embargo, así como dejó una imagen contundente en el final, también tuvo largos pasajes en los que se dejó ganar por la inseguridad, el desconcierto y las vacilaciones en todas sus líneas. En el medio de sensaciones tan disímiles y contrapuestas, Central edificó una victoria clara ante Lanús, pese a no jugar bien. Un triunfo que le resultaba imperioso y necesario y por el que siempre hizo más, aunque lo buscó más desde la actitud que desde el juego, y al que le faltó inteligencia para sellarlo antes y no tener que pasar por los apremios del final, cuando los granates, a centro limpio, lo encerraron contra el arco de Gaona pese a estar con dos jugadores menos.

Una vez que el árbitro Juan Pablo Pompei expulsó a Iribarren, por doble amarilla, el partido empezó a clarificarse para los canallas. Iban 21 minutos del segundo tiempo. Dos minutos después, Vitamina armó una jugada bárbara con el Yerbatero González, que Belloso definió como los dioses para poner el 2-1. En un par de minutos a Central le había vuelto el alma al cuerpo. Las expulsiones que siguieron a Galván -junto al Yerbatero González- y a Carrario, y que determinaron que Lanús se quedará con 8 -Central con 10- en sólo dos minutos parecieron despejarle el camino a cualquier frustración.

Todo estaba a pedir de Central: tenía dos jugadores más y ganaba 2 a 1, a menos de 20 minutos del final. Sólo era cuestión de que abriera la cancha, hiciera circular la pelota para generar espacios y esperara la oportunidad para abrochar el resultado y el partido. Pero los canallas no estaban en una buena tarde y se equivocaron más de lo que acertaron. Dispusieron de la pelota y el terreno, puesto que Lanús sólo se refugió cerca de su arco, pero no encontraron los caminos, por lo que el dominio resultó intrascendente y estéril. Un dato que no pasó por alto para los alicaídos granates, que de a poco se fueron animando, empujados por su necesidad más que por sus virtudes, y desnudaron algunas falencias en la última línea canalla, que se refugió peligrosamente en las cercanías del seguro Gaona, quien pasó algún sobresalto.

Hasta que llegó la joyita de uno de sus jugadores más claros como lo es Vitamina Sánchez, que con su gol le dio la tranquilidad y el desahogo que el equipo necesitaba con urgencia y desesperación.

Antes de esas situaciones, Central había arrancado mejor, con una prolija y precisa circulación de balón, lo que le permitió generar un par de situaciones propicias y que Claudio González llegara a su segundo gol en 9 días. Pero después, Silvio Carrario encontró el inmerecido empate y le hizo la vida imposible a este Central que terminó siendo contundente y efectivo, pero que en varios pasajes también se mostró dubitativo e inseguro.

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Vitamina clava el tercero con una media chilena.

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