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 lunes, 01 de septiembre de 2003

El sector mayoritario del país advierte que se terminó la tregua de posguerra
Los shiítas de Irak exhiben sus armas y claman venganza por el atentado
La procesión fúnebre del ayatolá asesinado se vuelve una demostración de poder ante los sunitas y EEUU

Bagdad. - Esgrimiendo pistolas y fusiles Kalachnikov, miles de shiítas clamaron venganza en las calles de Bagdad, durante el inicio de la procesión fúnebre en homenaje al ayatolá Mohamed Baqer al Hakim, el dignatario político y religioso de casi 15 millones de shiítas de Irak quien pereció el viernes en un atentado que dejó al menos otros 82 muertos.

Los shiítas, que permanecieron en calma durante meses, terminaron por expresar su ira. "¡Venganza, venganza!", gritaba la multitud, declarando su determinación para hacerse cargo de su destino y no esperar a que los estadounidenses restablezcan el orden en el país, asolado por una ola de crímenes y ataques.

Mientras miles de personas desfilaban por las calles del barrio Al Kadhimiyá de Bagdad, la milicia privada del ayatolá Hakim, la Brigada Badr, oficialmente disuelta cuando el dignatario regresó en mayo a Irak tras 23 años de exilio en Irán, reapareció ayer para asistir al funeral. La procesión partió de Bagdad hacia la sureña Kerbala, ciudad santa del shiísmo, antes de terminar su camino mañana en Nayaf, donde fue asesinado Hakim.


Ruptura de la tregua
"Los estadounidenses no pueden darnos la seguridad. Serán los iraquíes los que deberán hacerlo y la Brigada Badr es iraquí. Está en su derecho", declaró el comandante de la milicia, Sayed Alí, con una pistola calibre 9 mm a la cintura, mientras sus hombres esgrimían fusiles de asalto Kalachnikov y avanzaban protegiendo a un grupo de mujeres con velo.

Con esta demostración de fuerza se rompe la tregua que Hakim había impuesto a miles de sus seguidores al igual que otro dignatario shiíta, el ayatolá Alí al Sistani, recomendando una total cooperación con la coalición estadounidense-británica con el objetivo de instaurar la democracia en Irak.

Pero con el atentado con coche bomba del viernes en la ciudad santa shiíta de Nayaf (a unos 180 km al sur de Bagdad), en el que murieron Hakim y otras 82 personas, la tregua tácita entre shiítas, sunitas y estadounidenses parece haber terminado.

"Todo el pueblo es (representado por) la Brigada Badr. Maten a todos los baasistas", gritaron centenares de fieles, mientras que otros miles enarbolaban banderas negras, símbolo del luto de los shiítas, y banderas verdes, color del islam. Los seguidores de Hakim, un shiíta moderado que apostaba a una corta convivencia con los estadounidenses y a ganar las elecciones para su sector, ven en los sunitas seguidores de Saddam y a eventuales extremistas de la secta sunita wahabita, como los más probables autores del atentado de Nayaf. El sábado se anunció el arresto por la policía iraquí de esa ciudad de dos árabes sauditas pertenecientes a esa secta y de dos iraquíes del partido Baas, a los que se sumaron luego dos paquistaníes, lo que hizo pensar en la presencia de Al Qaeda. Ayer Arabia Saudita exigió oficialmente a Irak precisiones sobre el arresto de sus dos ciudadanos.

Durante la procesión shiíta de ayer, Jumaa Habib, de 48 años, se mostró decidido a tomar las armas para defender a los shiítas frente a todas las amenazas dirigidas contra su comunidad. "Quiero morir por el islam. Combatiré por el islam", indicó, agregando: "Si encuentro a quien cometió este crimen contra Hakim, lo torturaré hasta la muerte". Al badr, un ayatolá joven del shiísmo más radicalizado de Nayaf, y adversario de los clérigos de mayor edad como Hakim, debió desmentir ayer cualquier nexo con el terrible atentado. La lucha interna en el shiísmo no explica el ataque, según el análisis de este grupo religioso que representa el 60% de la población iraquí. Los culpables están por fuera, entre los seguidores de Saddam y sus aliados sunitas, aseguran.

Unos hombres armados que salieron de la mezquita de Al Kadhimiyah y que se presentaron como fieles al ayatolá Sistani afirmaron que ya era hora de que los shiítas se hagan cargo de la situación. "La policía iraquí no hace su trabajo como debe. En caso de problemas, sus agentes disparan algunas balas y se van", indicó Adel Abdel Wahab, de 21 años.

El ambiente entre los shiítas es explosivo. Oprimidos por el régimen baasista de Saddam durante décadas, y antes por sus antecesores, también sunitas, la actual crisis podría marcar un giro en los vínculos entre shiítas y sunitas."Debemos deshacernos de los sunitas", indicó un hombre de edad avanzada. "No vuelvas a decir eso. Vas a provocar una guerra civil en la calle", le recriminó otro, mientras los fieles clamaban venganza.

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Los shiítas se concentraron en Bagdad.

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