Pedro Bottazzi atajó hasta quebrado

La formación canalla empezaba con nombre fijo: Pedro Bottazzi. En 1951 se adueñó del arco que ya había ocupado en varias oportunidades desde el 48, cuando había llegado desde Colón, donde a los 18 años ya jugaba en la primera de la Liga Santafesina. Y cómo será que hasta comienzos del 55 sólo se perdió un puñadito de encuentros de Central en AFA.

A esta historia la conocen muchos, pero no cómo comenzó su vida como titular inamovible en el arco auriazul. La que el mismo Bottazzi cuenta con alegría: "en un torneo que se hacía en cancha de Sparta, antes del inicio del de la B me quebré el dedo índice de la mano derecha, pero me lo acomodé y empecé a jugar vendado para no perder el puesto que peleaba con Pavanello y Bulatinovich. Y así jugué todo el campeonato, claro que eso costó que hoy lo tenga desviado por aquella quebradura".

Pero si de anécdotas se habla, una que le quedó grabada fue la que vivió en un partido jugado en cancha de Atlanta, ante Almagro, el 6 de octubre a cuatro fechas del final del torneo de ascenso que Central conquistó en el 51.

"El club había fletado un tren. Era un día de mucha lluvia y un viento bárbaro. Y empezó todo mal. A los 5' el 2 pateó y la pelota picó afuera del área y se elevó demasiado por el viento y entró. Enseguida nos hicieron el segundo y no podíamos descontar a pesar de que dominábamos. Faltaban cinco minutos y la gente se había empezado a ir. Y en eso, Di Loreto marcó el descuento y sobre la hora Intini convirtió el 2 a 2 y el palo le negó el tercero. Pero como los hinchas ya se habían ido no se enteraron al otro día y se querían morir. No entendían nada", rememoró el arquero explicando que luego le ganaron 4 a 2 a Dock Sud y se aseguraron el título y el ascenso.

Pero todo había empezado en el 48, cuando "Central me compró a Colón tras varias pruebas en amistosos. Los convencí en un cotejo con Racing -ahí debutó también Alejandro Mur- porque atajé muy bien. A tal punto que Tucho Méndez me dijo: "Pibe, dejate hacer un gol".

Y así, Central lo compró a cambio de seis jugadores (Ramírez, Sabotig, Valentini, Funes, Guzmán y Gaitán). En el club atajaban Quattrocchi y Pavanello era el suplente.

"Debuté el 12 de septiembre de 1948, contra Boca (0-0), y tuve una actuación sobresaliente, al punto que me gané el puesto", explica este muy buen arquero canalla que tenía como fuerte "ir a los pies del contrario cuando salía del arco. Ganaba siempre en el mano a mano, y en esto lo tuve de hijo a Walter Gómez. Lo traía desde que empecé a jugar y me perfeccioné en los entrenamientos con Quattrocchi".

Pero así como reconoce esa virtud también se critica "que era muy nervioso y medio vago para entrenar".

Y su salida de Central fue algo controvertida. A poco de iniciado el certamen de 1955 perdió el puesto con Américo Tissera, entonces jugaba, a escondidas, en el interior. En Boca de Serodino. "Ahí me descubrió un dirigente y no atajé más, entonces pasé a Huracán a principios del 56, junto a Zof, Peloso e Isidoro Tissera. Pero no nos pagaban y como ya mi hijo (Raúl, quien le dio 5 nietos) tenía 3 años y yo tenía un trabajo seguro en el ferrocarril, acá en Rosario, me volví porque preferí ir a jugar en el interior", dijo destacando como lo acompañó siempre su esposa Chela Margot Arnodo, con quien se conoció en Santa Fe y se casó en el 51 en Rosario.

"Estuve como en 15 pueblos, como jugador y técnico: 4 años en Sport de Cañada de Gómez, en los dos equipos de Carcarañá, en los 2 de San Jerónimo, los 2 de Las Parejas, en Armstrong, Acebal, Carlos Pellegrini, Carmen, Chovet y Centeno", recuerda quien también dirigió a la primera de los salaítos en el 77 y 78.

Ya hace unos cuantos años dejó las canchas. Hoy con sus 75 años muy bien llevados (nació el 6 de febrero del 28) disfruta del fútbol viéndolo por TV, es que su parte en la historia ya quedó grabada en el recuerdo de quienes lo vieron atajar.

Bottazzi se arrojaba a los pies del delantero.