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 domingo, 24 de agosto de 2003

Cómo explicar a los niños la pérdida de un ser querido

El niño de la actualidad no es el de antaño. Hoy ve en la televisión y en los videojuegos, un exceso de escenas de violencia y de muerte, pero estas acciones reciben un tratamiento particular. Se trata de una verdadera banalización de la muerte, ya que matar al enemigo es la base de la victoria del jugador y esto no implica otras consecuencias en el niño.

Si bien la muerte es algo natural (todo lo que nace muere) es algo que nunca ha dejado de interrogarnos, algo difícil de aceptar, e inclusive traumático, tanto más cuando se trata en el caso del niño de alguno de sus padres, un hermano, un familiar cercano y también de una mascota.

Cuando se trata de cómo explicarle a un niño la situación, surgen las dudas y controversias. ¿Conviene decirle? y en ese caso, ¿qué le decimos?, ¿el niño entenderá?, ¿y si le hacemos daño?, ¿no será mejor esconderlo?

Con el afán de protegerlo inventamos historias inverosímiles que en algunos casos terminan asustándolo. Decimos, por ejemplo, que quien se murió se fue pero va a volver, o que está en una estrella, y demás historias que no conforman, ya que en el mejor de los casos el niño seguirá preguntando.

En estos casos es mejor brindarle al niño un sostén adecuado, no propiciar fantasías de contacto o comunicación con el ser perdido, e incluso mostrarse angustiados para ayudarlo a expresar su tristeza y dolor. De esta forma podrá realizar análogamente como en el adulto un trabajo o proceso de duelo, que muy probablemente incluya preguntas y juegos en el intento de elaborar la pérdida.

Si bien la verdad resulta dolorosa, es más aceptable que el silencio o el misterio, ya que incluso cuando se esconde, cuando no se dice de la muerte, el niño percibe el drama que lo rodea, y esto propicia la confusión y la emergencia de angustia de no saber qué ocurre.

El duelo tanto en el adulto como en el niño es un proceso que debe tener un comienzo y un final, y en el caso de este último será importante que pueda sentir deseos de llorar, que se le permita estar más apegado a sus padres, y que incluso pueda conservar algún objeto o recuerdo de aquel que ya no está.

Si bien la cultura actual nos llena de objetos de consumo en la ilusión de que todo lo podemos (en ese sentido niega la muerte, la finitud) será conveniente esperar la emergencia de sus preguntas en torno a la muerte, y aceptar que algunas no podremos contestar.

Gabriela Vasenberg

Psicóloga

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Ante estas situaciones, no asustar a los chicos.

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