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 sábado, 02 de agosto de 2003

Abuelo procesado por abusar de sus nietas
Son dos niñas que quedaban a su cuidado cuando la madre iba a trabajar. Confesó luego de ser denunciado

Jorge Salum / La Capital

Al hombre le encantaba que sus dos nietas le escribieran cartas para decirle cuánto lo querían. El las interpretaba como cartas de amor, pero no de amor por un abuelo sino por un hombre. También le gustaba tocarlas, incluidas sus zonas genitales, y juguetear con su sexo contra los cuerpos todavía infantiles de las nenas. A una de ellas llegó a violarla, pero no se sabe cuántas veces lo hizo ni cuándo comenzó con esa locura. Al menos ya no puede hacerlo: hace dos meses que no ve más a las chicas porque fue detenido y ahora está procesado por la justicia.

M. tiene 54 años y hasta el mes de mayo de este año parecía un abuelo tierno y bienintencionado que cuidaba de sus nietas, ahora púberes, para darle una mano a la madre de las chicas cuando salía a trabajar. Pasaba horas con las chicas y en esas largas estadías, cuando todos pensaban que hacía las cosas típicas que hace un abuelo, abusaba en secreto de ellas sin despertar sospechas.

Las nenas no decían nada porque las tenía amenazadas. "Si lo contás, mato a tu mamá y a tu hermanito", les decía por separado. Las dos ignoraban que la otra pasaba por el mismo calvario. Ni siquiera entre ellas hablaban sobre estos episodios, que el abuelo repetía sigilosamente ("Una vez al mes", reconocería después) cuando nadie lo veía.

"Todo empezó hace seis meses", le contó el abuelo a la policía cuando finalmente lo descubrieron. Es probable que en eso haya mentido. En otra declaración dio a entender que todo había comenzado mucho antes y en el expediente judicial hay evidencia para sospechar que los abusos se iniciaron hace años, posiblemente cuando las nenas tenían 6 o 7.

Entre esos indicios hay una pericia realizada por los médicos forenses a la chica que fue violada. Según los especialistas, fue penetrada vaginalmente mucho tiempo antes, tanto que es difícil calcular una fecha aproximada.

Peor fue cuando le preguntaron por qué hacía semejante cosa. "Fue por venganza contra mi hija", es la excusa que repitió ante quienes lo interrogaron. La mujer, que es la madre de las nenas, estaba separada y al parecer había iniciado una relación sentimental con otro hombre.

Los abusos sucedían cuando quedaba al cuidado de las nietas, generalmente en la casa de ellas. A veces las llevaba a su propia casa y en otras ocasiones las conducía hasta un descampado camino a una iglesia que frecuentaban.

Lo que no puede negarse es que era un hombre precavido: llevaba con él una manta y hasta una almohada. "Era para que las chicas no se ensuciaran", explicó el día que confesó todo ante el juez Luis María Caterina, el mismo que lo procesó.

Un día le pidió a una de las nenas que escribiera una de esas cartas de amor que tanto le agradaban. Después se pinchó un dedo e hizo lo mismo con la nena. Con la sangre de ambos estampó una marca en el papel y le explicó que era un pacto tan secreto como los abusos a los que la sometía. "Si hablás, se arma la podrida", le decía.

"Nadie sabía, esto era entre ellas y yo", dijo cuando ya lo habían descubierto. Nadie podía saberlo porque las chicas vivieron aterrorizadas hasta que un día el pacto forzado se rompió. En mayo de este año lo denunciaron y ahora está procesado. El abuelo confesó, dio detalles ("algunos son realmente escabrosos", contó una fuente judicial) sobre su práctica y ahora será sometido a una pericia psiquiátrica en el Centro Regional de Salud Mental Agudo Avila.

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