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 sábado, 02 de agosto de 2003

Biotecnología. Avanza la investigación sobre producción de vacunas en cultivos
Salud: las plantas tienen el remedio
La investigadora Lucrecia Alvarez trabaja en EEUU para obtener vacunas contra la peste bubónica y neumónica

Leonardo Stringaro

Por estos días, los australianos están estudiando la forma de incorporar anticonceptivos en las zanahorias (inmuno contra aceptivos) para controlar el índice de natalidad en los canguros, que hasta entonces se realiza mediante el suministro de hortalizas envenenadas. Sería una forma de terminar con la matanza indiscriminada de la especie que produce terribles daños en los cultivos, y tal vez sea la primera vez que los grupos ecologistas puedan darle un poco de razón al avance de la biotecnología.

Así, lo entiende el Departamento de Biología de Plantas de la Arizona State University en Estados Unidos, donde se encuentra el grupo pionero en el mundo en el desarrollo de las vacunas en plantas dirigido por el Charles Arntzen.

La rosarina María Lucrecia Alvarez, se destaca como la única argentina de este grupo que trabaja en el desarrollo de vacunas en plantas, financiado totalmente por el departamento de Defensa de los EEUU.

"Desde hace un año y medio estoy trabajando en un proyecto para la obtención de vacunas contra la peste bubónica y neumónica", explicó la investigadora, y agregó que "esta es una enfermedad conocida también como peste negra, que mató más de la tercera parte de la población de Europa en la Edad Media".

La enfermedad es producida por la bacteria Yersinia pestis, que "se desarrolla en un tipo de pulga que ataca a los animales, principalmente a las ratas que son los transmisores de la enfermedad al hombre, esta aún no se ha erradicado completamente y hoy en día existen casos en todos los continentes, excepto Oceanía", explicó.

En general se presenta en la forma más benigna de la enfermedad, que es la peste bubónica llamada así porque se forma un bubón en el lugar donde muerde el animal enfermo contagiando al hombre. Pero la forma más peligrosa y mortal de la enfermedad es la peste neumónica que se transmite a través de gotitas de flush de personas enfermas al toser o hablar. "Si bien la frecuencia de esta última forma de la enfermedad es muy baja, seria la más común en el caso de un ataque terrorista con bacterias aerosolizadas", señaló Alvarez.

El objetivo de estos proyectos se centra en el desarrollo de vacunas eficientes y económicas para ser usada por el ejército en primer lugar y luego para la población civil donde se destacan vacunas sobre plantas o cultivos para la tuberculosis, prevención de cáncer de mama y una enfermedad muy común de los pollos (Newcastle).


Una rosarina en el desierto
Cuando María Lucrecia Alvarez completó su tesis para el doctorado en biotecnología y logró modificar la calidad panadera de los trigos, pensó que nuestro país jamás la dejaría ir por su alto grado de conocimiento en la investigación y desarrollo para el mejoramiento de cultivos.

Sin embargo, en noviembre de 2001, debió dejar el país y radicarse en el desierto de los EEUU (Fénix - Arizona), para colaborar en las etapas que se vienen planificando desde que se pensó comenzar a producir vacunas en plantas.

"Estamos utilizando plantas como vectores, para convertirlas en un medio de obtención en las vacunas orales. Es decir, modificar genéticamente un tomate con un gen va a lograr una transformación y a su vez, permitir a cualquier ciudadano que al ingerirlo quede vacunado contra una enfermedad determinada", señaló.

Esto solucionaría cuestiones de costos y falta de estructuras que permitan brindarle condiciones de eficiencia a las vacunas actuales (cadena de frío).

El centro donde se encuentra la investigadora Argentina, ha desarrollado una vacuna en plátanos (bananas) que es capaz de reducir la cifra de mortandad por diarrea infantil, sobre todo en los países tropicales donde se registran los índices más altos de pobreza.

En la producción de compuestos de biofarmacéuticos, las plantas disfrutan de ventajas significativas sobre los animales, las bacterias y las levaduras:

Son eficientes, porque pueden realizar los complejos pasos de procesamiento requeridos para obtener proteínas humanas en forma activa; son económicas, no requieren de biorreactores complejos y caros para la producción de compuestos farmacéuticos en gran escala y no son capaces de transmitir virus peligrosos para el hombre, ni tampoco priones (proteínas infecciosas que producen, entre otras enfermedades, el mal de la vaca loca).

Además, las plantas pueden cultivarse localmente, en el lugar que se necesitan las vacunas, en forma económica y usando los métodos estándares de una región dada. Podrían también multiplicarse indefinidamente sin necesidad de comprar nuevas semillas cada año. Son estables, no dependen de la cadena de frío para mantenerse activas y son seguras ya que no requieren de jeringas que pueden estar contaminadas y producir infecciones.

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La rosarina Lucrecia Alvarez investiga en EE.UU.

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