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 domingo, 27 de julio de 2003

Entrevista. Aseguró que sus detractores no le harán perder la calma
Zaffaroni: "Si Kirchner quisiera a un incondicional no me propondría a mí"
El prestigioso hombre de leyes se propone colaborar para el mejoramiento del perfil de la Corte Suprema

Rodolfo Montes / La Capital

Eugenio Zaffaroni fue propuesto por el presidente Néstor Kirchner para ocupar el lugar vacante en la Corte Suprema que dejó Julio Nazareno con su renuncia. Su nombre y su trayectoria están siendo ventilados profusamente, y no siempre se discuten sus antecedentes jurídicos. Mientras una amplia mayoría reconoce sus méritos y lo apoya para que se convierta en el nuevo juez de la Corte, otro sector lo ataca por sus definiciones ideológicas, por algunos fallos que fueron polémicos y también por su vida privada. Zaffaroni es soltero y sin hijos, y no faltan sectores ultraconservadores que lo descalifican por su estado civil.

Con Zaffaroni se inaugura un nuevo sistema de acceso al máximo tribunal reglamentado por decreto presidencial, donde los ciudadanos comunes, organizaciones no gubernamentales, colegios y asociaciones profesionales, entre otros, pueden manifestar sus posiciones respecto de las virtudes y defectos del candidato.

El juez sabe que está sometido a una prueba difícil, y que no todos le juegan limpio. "No me harán perder la calma", asegura en una entrevista exclusiva concedida a La Capital en un inusual horario de medianoche, en un restó de Palermo Hollywood, con música étnica de fondo. "El problema que tienen conmigo no es por una fellatio (refiere al fallo polémico en el que consideró al sexo oral como abuso deshonesto y no como violación), el problema es por mis criterios relacionados con los grandes temas económicos de la Argentina", expone.

Entre los cuestionamientos más impactantes se destacó una solicitada de página entera en el diario La Nación, firmada por el Colegio de Abogados de Buenos Aires, que reúne a unos 300 profesionales. En cambio, el Colegio Público, que reúne a 65 mil profesionales, sí le dio el apoyo. Y sin pagar costosas solicitadas.

-¿Tiene una posición extrema como jurista?

-No llevo ninguna posición extrema dentro del derecho penal. Defiendo el derecho penal políticamente liberal, que es el derecho penal dentro del Estado de derecho. En la otra punta está el derecho penal políticamente autoritario y el justo medio no es la virtud, al menos en este caso. Si estamos del lado del Estado de derecho tenemos que estar con el derecho penal políticamente liberal. No se trata de estar en el medio entre el nazismo o el stalinismo y la democracia. Yo estoy decididamente con la democracia, y se está en serio o no se está, no hay medias tintas. Aquellos que no estén de este lado, bueno será su punto de vista, les respeto la posición.

-¿Cómo es el sistema que usted inaugura?

-Me parece altamente positivo, es muy sano para la salud de la República. Me toca inaugurar este momento y estoy conforme. Pensaron en mí, yo no elegí el momento pero acepto la propuesta. Es una circunstancia coyuntural, y me alegro de que la gente me conozca porque no tengo nada que ocultar.

-¿Es democrático que los jueces sean elegidos por cercanía ideológica con el presidente?

-Nuestro sistema constitucional de proposición de candidatos a la Corte Suprema es el norteamericano. Si a mí me preguntan, diría que me gusta más el europeo, de tribunales constitucionales con nombramientos cruzados. Pero la realidad es que en nuestro sistema el presidente propone y el Senado aprueba o rechaza. Normalmente, en Estados Unidos y también en nuestro país, el presidente propone a alguien con quien tiene empatía ideológica. Nadie propone al que piensa de un modo diametralmente opuesto a él.

-Es propio del sistema.

-Lógico, un republicano propone a un conservador, un demócrata propone a un progresista. Esta es la historia de Estados Unidos de toda la vida. La empatía ideológica es natural en este sistema, es así

-Sucede que la Argentina viene de sufrir el drama de una Corte ligada al Ejecutivo.

-No significa que el presidente Kirchner me vaya a manejar por teléfono, en el caso que fuera electo ministro de la Corte. Si Kirchner quisiera un incondicional no me hubiese propuesto a mí sino a un puntero de pueblo, a un pariente y listo... Y lo maneja por teléfono. El desafío es devolverle la credibilidad a una institución que generó pérdida de confianza en la opinión pública.

-Algunos sectores advierten que usted en la Corte Suprema tendrá criterios opuestos a todos los demás miembros. ¿Será así?

-Cuidado con previsiones de esa naturaleza. No creo que suceda esa situación en cuanto me toque estar en la Corte. No tengo enemistad personal con los miembros de la Corte, aunque con varios de ellos prácticamente no tuve trato. Además, integré varios tribunales colegiados y hubo diferencias normales. No generé conflictos que hayan impedido el funcionamiento del tribunal. Creo que pasará lo mismo, más allá de lo que ocurra con los demás integrantes de la Corte actual. Ese ya no es un tema mío.

-¿Cuál será su principal preocupación?

-Me preocupa que la Corte emita mil sentencias mensuales cuando no hay capacidad humana de estudiar las causas. Se trata de una hipertrofia y se debe crear un sistema que reduzca esta situación a una escala humana y posible de estudiar caso por caso. La Corte norteamericana maneja unos 200 casos por año, en la Argentina estamos arriba de los 10 mil. Es imposible.

-¿En cuánto calcula el aporte que una Corte Suprema renovada puede hacer para devolver el "valor justicia" a la sociedad?

-La Corte es la instancia de control de constitucionalidad, y es integrante del Poder Judicial que presta el servicio de justicia. Yo no creo que haya jerarquía entre los jueces. Todos somos jueces con diferentes competencias. Hasta un modesto juez de paz puede declarar la inconstitucionalidad de una ley en la Argentina. Los problemas de la Justicia en la Argentina no dependen sólo de la Corte sino de todo el sistema. Hay que hacer algunos cambios no traumáticos, constitucionales, para mejorar el servicio de justicia y el perfil judicial del país.

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"El problema conmigo no es por una fellatio".

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