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 domingo, 27 de julio de 2003

Deben prevenir el delito y hacer de nexo con el Comando Radioeléctrico
Las garitas policiales cumplieron un año pero la inseguridad sigue
La Capital recorrió seis de estos puestos y en tres de ellos no encontró al efectivo. Quejas de los vecinos

Carla Rizzotto / La Capital

Hace un año los rosarinos tuvieron que incorporar a su lenguaje la palabra "garita". Fue el 15 de julio de 2002 cuando se instalaron en la ciudad los primeros cinco puestos policiales fijos, que se fueron sumando hasta llegar a los actuales 15. Según la policía, el efectivo apostado en la garita debe prevenir los delitos menores y hacer de nexo con el Comando Radioeléctrico o la comisaría de la zona. Sin embargo, a la hora de hacer un balance anual los vecinos afirman que muchas veces el puesto está vacío. Es más, en algunos barrios dicen que los policías "desaparecen unos días y después vuelven". Incluso coinciden en que "por más que pongan una garita al lado de la otra te roban igual".

En realidad, la evaluación que hacen los vecinos sobre la efectividad de la garita cambia de acuerdo a la proximidad que tienen con esa estructura. Esto significa que quienes viven a una cuadra del puesto policial se sienten "seguros y tranquilos", mientras que aquellos que están a más de dos consideran que es un refuerzo "inútil". Es más, algunos ni siquiera saben que existe.

La decisión de colocar garitas en distintos barrios fue tomada hace un año por el entonces ministro de Gobierno de Santa Fe, Esteban Borgonovo, y el ex jefe de la Unidad Regional II, Jorge Pupulín. Para Borgonovo, el objetivo del puesto fijo era tener desplegados policías las 24 horas para que cumplan la función de vigilancia preventiva. "Lo más importante es que haya un hombre en la calle en el momento en que uno lo necesita", asegura ahora Borgonovo.

Bajo ese criterio, en principio se instalaron en cinco esquinas: Sarmiento y Pellegrini, 27 de Febrero y San Martín, Donado y Derqui, Seguí y Avellaneda, y Juan José Paso y Provincias Unidas. Las primeras se fabricaron con un material compuesto de resina plástica y fibra de vidrio, mientras que las que se instalaron luego son más resistentes porque se construyeron con hormigón. Las últimas garitas fueron emplazadas sobre todo en el centro de la ciudad: en las peatonales Córdoba y San Martín y sobre calle San Luis.

Según detalló el actual jefe de la Unidad Regional II, Luis Pogliese, "unos 50 efectivos de la Brigada de Orden Urbano y de distintas comisarías están destinados a las garitas". Los turnos que cumplen son de ocho horas, por eso en el transcurso del día trabajan en cada puesto tres personas diferentes cubriendo las 24 horas del día.

El beneficio de estar cerca. Dolores Ponce es dueña de una despensa ubicada en Fraga y La Paz. Justo enfrente de su comercio está apostada una garita. Para ella y su familia, la presencia de un efectivo es "imprescindible" porque cuando saben, por ejemplo, que el policía está en su lugar de trabajo se atreven a dejar la puerta de la despensa abierta. Pero si no está, atienden desde la reja.

Cuando La Capital se acercó al lugar, una mujer policía estaba instalada en la garita; sin embargo, los vecinos confirmaron que "hacía quince días que no aparecía ninguno".

A dos cuadras de esa misma garita, en Provincias Unidas al 2200, hay un locutorio telefónico y de Internet. Allí trabaja Alfredo, uno de los tantos comerciantes que contrata seguridad privada y alarma para sentirse seguro. "Para esta zona, que está llena de negocios, la garita no existe. Nunca iría a buscar al efectivo de ese puesto, me conviene llamar al comando", afirmó.

¿Y dónde está el policía? En algunas garitas, el policía brilla por su ausencia. En tres de los seis puestos que este diario recorrió el efectivo nunca apareció. "No tiene que quedarse todo el tiempo en el puesto, también debe caminar la zona", aclaró el delegado local del Ministerio de Gobierno de la provincia, Diego Giuliano.

En tanto, Pogliese detalló que si bien "está dentro de su función caminar el área, lo ideal es que se aposte el mayor tiempo posible en la garita", porque -según aseguró- la recorrida queda en manos del personal del comando.

Lo cierto es que cuando el efectivo sí está en la garita, para algunos es una solución. "Una noche mi hija sintió pasos en el techo de la casa, se cruzó al puesto, en realidad al bar donde siempre está el policía, y él llamó a la patrulla. Por eso tengo que reconocer que a nosotros nos ayudó", relató Adriana Devera, una vecina de bulevar Avellaneda al 3500.

Imposible detener los delitos. Todos los vecinos consultados coincidieron en que los asaltos, sobre todo de bicicletas y objetos personales, siguen a la orden del día; aún con la garita a pocos metros. Ese es el caso de Nerina, que trabaja en una dietética de Pellegrini al 1000, muy cerca del puesto policial. "En enero pasado a mi compañera le robaron la moto estacionada frente al negocio. A mí por suerte no me pasó nada, pero por las dudas toco madera", se atajó.

De acuerdo a los relatos de los vecinos de Avellaneda y Seguí, la zona es "tierra de nadie, con garita y todo". Luisa Lescano hace 20 años que vive en esa zona y precisó que "siempre fue lo mismo. Roban bicicletas, billeteras, lo que encuentren en el camino".

Más allá de las críticas, para el jefe de la Policía de Rosario "la presencia de un efectivo siempre suma. Eso contribuye al quehacer de la seguridad".

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En Sarmiento y Pellegrini ayer no había nadie.

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