Las Pelotas vuelven al ruedo con el disco "Esperando el milagro"

Germán Daffunchio: "No pretendemos ser simpáticos"

El guitarrista del grupo dijo que el rock es uno de los pocos medios que hay para protestar

Carolina Taffoni / La Capital

Después de un año cargado de recitales, Las Pelotas volvieron a las bateas con su octavo disco, "Esperando el milagro". "El milagro es como el inconsciente colectivo argentino. Nos hemos acostumbrado a vivir esperando el gran cambio", dice el guitarrista Germán Daffunchio desde la paz de su casa en el valle de Traslasierra, Córdoba. El grupo que se completa con Alejandro Sokol (voz), Tomás Sussmann (guitarras), Gabriela Martínez (bajo), Gustavo Jové (batería) y Sebastián Schachtel (teclados) ahora se prepara para tocar en Obras el 4 y 5 de julio. En charla con La Capital, Daffunchio aseguró que el nuevo álbum habla de "la impotencia ante la injusticia".

-¿Qué diferencia al nuevo disco de los anteriores?

-A través de los discos siempre fuimos avanzando. Desde el segundo decidimos tener nuestro estudio y hacer los discos por nuestra cuenta. Fue un proceso de años. Este último es como la punta del iceberg. Tiene un muy buen sonido. Entre el último y este hay cuatro años de diferencia, hicimos como 60 temas.

-Este álbum parece más uniforme, menos ecléctico...

-Puede ser. Es mucho más prolijo. Este disco apunta a los sentimientos, tiene algunos temas que son bastante oscuros pero todo nace a partir del sentimiento.

-¿Cuál es el milagro del que habla el título?

-El título es una ironía. El milagro es como el inconsciente colectivo argentino. Nos hemos acostumbrado a vivir esperando el gran cambio. Es casi una actitud de la gente de todo el mundo. Está todo tan oscuro que lo único que te queda es esperar un milagro.

-¿Las letras están inspiradas en la crisis que explotó en el país en diciembre de 2001?

-Todo tiene que ver. El tema "Esperando el milagro" habla de esta crisis eterna, de la gran injusticia social. Hay falta de justicia en el poder político y el poder judicial, que están asociados y son impunes totalmente. El disco habla de la impotencia nuestra ante todo eso.

-¿Cómo los afectó la crisis desde el punto de vista económico y profesional?

-En el rock subieron los costos de todo. Y por otro lado las bandas no aumentaron el precio de las entradas, porque la gente ya no tiene un mango más. Nos cuesta mucho más movernos. La crisis también viene por la piratería, que ya es una institución en toda la Argentina. En el interior es tremendo cómo se truchea. En ese sentido los músicos estamos completamente desprotegidos.

-¿Cómo ves al país ahora, lo notás cambiado?

-No, creo que voy a morir esperando que cambie algo. Hay varias lecturas con respecto a nuestra realidad. Una es la que los medios, lo digo con todo respeto, le hacen creer a la gente, y otra cosa es la realidad concreta. Por ejemplo, en el interín del quilombo entre (Néstor) Kirchner y (Carlos) Menem, (Eduardo) Duhalde firmó la venta de petróleo a Petrobras. Creo que somos el único país en el mundo que entregó el petróleo a los intereses de afuera.

-Viviendo en las sierras, ¿se sufren menos los problemas del país?

-Acá se siente más otro tipo de realidad, con el sol y las montañas. Eso te lleva a estar un poco desconectado, no tenés la necesidad de estar todo el día con el televisor prendido mirando información. Igual la crisis llega a cualquier punto del país.

-Ustedes siempre participaron en festivales solidarios, ¿qué opinás de los grupos que tocan en piquetes o en los actos de las fábricas recuperadas?

-Me parece que el rock es uno de los pocos medios que hay para protestar o para apoyar. Nuestra realidad es distinta, porque al vivir una parte acá y otra en Buenos Aires es bastante complicado movernos. No tenemos el dinero para ir, tocar por los piqueteros y volver a casa (risas). Es patético que los grupos de rock tengamos que apoyar, cuando en realidad el Estado tendría que ayudar a la gente que está sin laburo.

-¿Qué le falta hacer a Las Pelotas?

-Que nos vaya mejor (risas). Por ser independientes nunca tuvimos un apoyo masivo, no por la masividad en sí, sino para llegar a más gente. Tampoco pretendemos ser simpáticos ni agradarle a todo el mundo. Nos falta tener más apertura como banda.

La banda está radicada en el valle de Traslasierra