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 martes, 24 de junio de 2003

Ambiciones que matan

A través de los siglos, la esencia cultural de Oriente y Occidente marca, por propia ascendencia, dos perfiles dísímiles: la primera, con profundas raíces ancestrales, místicas y religiosas, tuvo como marco la sabiduría. En cuanto a Occidente, siguió una tendencia más alineada con un realismo ajustado a cada época en particular. Ambas, no obstante, desarrollaron las motivaciones propias de sus escenarios y costumbres hasta nuestros días. En 1918, José Ortega y Gasset decía: "El continente asiático vivía en un tiempo más cósmico que humano y que el error de Occidente ha sido creer que fuera de ellos nada tiene sentido"; ello hizo que poetas y filósofos bregaran por un mayor entendimiento cultural. Del fracaso de tanto esfuerzo surge, en descarnada dimensión, el siguiente concepto que bien puede asociarse a lo que está aconteciendo entre Estados Unidos e Irak: "Glorioso y abnegado Oriente, que fuiste la cuna de la humanidad: En tu tierra se oyó el primer balbuceo adánico, la primera palabra que hasta hoy se repite, flotando sobre las aguas del Eufrates. En tu suelo nació el primer alfabeto grabado sobre inmortales tablas de Ugarith. En Asiria del Irak nació el monoteísmo donde en Ur de Caldea se oyeron las oraciones al Dios único. En Belén tuvo la humanidad la divina presencia del maestro de Nazareth. En La Meca se oyó la voz del Islam bregando en las oraciones de Mahoma por la paz y la unicidad Divina. Bajo tu cielo diáfano nacieron estas tres religiones. Más, ¿para qué te sirvieron?; otras naciones te las arrebataron, para devolvértelas convertidas en cañones y tanques de guerra, fusiles y balas y pertrechos de destrucción...".

Mario Torrisi

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