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 martes, 24 de junio de 2003

Terminemos con los fantasmas

¿Hacia dónde cabalga, señor? "Viajo hacia el olvido, aunque estoy seguro que moriré en el viaje, antes de llegar a mi meta" (Kafka). Algunos de nuestros más esclarecidos concejales tienen la intención, el deseo, o alguna otra imaginativa (ficción) de que expropiando -con dinero de los contribuyentes- el edificio del ex comando, frente a la plaza San Martín, hoy convertido en un elegante café, al mejor estilo de las grandes ciudades, y haciendo allí el museo del horror, recordaremos mejor las atrocidades allí cometidas durante el proceso militar. Yo no guardo en mi casa el cadáver de mi padre para acordarme de él; ninguna familia para recordar a sus seres queridos convierte su casa en un mausoleo. El recuerdo de las atrocidades está vivo y seguirá vivo por muchas generaciones, como siguen vivos los recuerdos del holocausto judío, o la masacre de los armenios, o el asesinato de Ingalinella, o la muerte de Evita, entre tantos. Pongamos cada cosa en su lugar: el hoy café adorna el paseo de nuestra más elegante arteria y nuestra plaza principal. Es un placer estar en él o verlo desde afuera. ¿Por qué no hacer el museo o el monumento a los caídos, desaparecidos, torturados y mancillados en aquellos oscuros años en el solar tétrico, oscuro y sucio de la ex Jefatura, donde también violaron y mataron a mucha gente? ¿Por qué no tirar abajo ese adefesio arquitectónico y con la cuadriga de su cúpula hacer algo en memoria de aquéllos, rodeándolo de espacios verdes, de sol, de luz y así de una vez y para siempre, terminamos con los fantasmas que habitan en todos nosotros?

Francisco Agostinetti



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