Año CXXXVI
 Nº 49.741
Rosario,
domingo  02 de
febrero de 2003
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La superpotencia aprovecha su soledad

Pablo Díaz de Brito / La Capital

La guerra está decidida y ya lo sabe todo el planeta, más allá de la coreografía que se desarrolla en el palacio neoyorquino de la ONU y en Bagdad. El documento de la Casa Blanca sobre la doctrina del ataque preventivo y unilateral de septiembre pasado formalizó lo que va a ocurrir dentro de poco, y lo que pasará en el futuro, una vez terminado el episodio iraquí. Wolfowitz, Rice, Perle, entre otros, diseñaron esta nueva línea de política exterior.
Una clave del documento sobre Estrategia de Seguridad Nacional está en el gesto mismo de formalizar el unilateralismo preventivo con un texto oficial del más alto nivel, lo que a priori cierra -o al menos debilita muchísimo- el camino del consenso y el multilateralismo. El unilateralismo deja de ser una opción eventual y se establece como doctrina casi excluyente.
Joseph Nye Jr, teórico de las relaciones internacionales y funcionario de Clinton, explicó a poco de conocerse el documento que "el componente multilateral de la actual hegemonía norteamericana es una clave de su longevidad porque reduce los incentivos a construir alianzas contra EEUU" y recordó que "el multilateralismo es un mecanismo para inducir a otros países a compartir la carga que significa la provisión de bienes públicos", como seguridad y libertad política.
Pero George W. Bush y sus estrategas no creen en esta línea de acción, tradicionalmente practicada por Washington. Saddam es a la fuerza un casus belli porque los halcones republicanos han estimado que su país se encuentra en una situación excepcional: por primera vez en la Historia es la única superpotencia de la escena mundial. Durante la Guerra Fría compartía ese status con la URSS, y antes Washington debía tener en cuenta a potencias iguales o superiores, como Gran Bretaña, Francia, Alemania, Japón, Rusia. En el futuro la actual soledad norteamericana puede desaparecer con el ascenso a rango de superpotencia de China y, con menores posibilidades, Europa, si logra transformarse en una verdadera unión federal y aumenta su gasto de defensa sustancialmente.
Ante esta "ventana de oportunidad", que comenzó a inicios de los 90 con el derrumbe de la URSS, los halcones ven a la política multilateralista de Clinton como falta de ambición y visión y se dicen que, mientras pueda, EEUU debe actuar menos consensuadamente. Después de todo, así ha ocurrido siempre a lo largo de la Historia: actuaron unilateralmente las naciones europeas que ahora insisten en la vía pacífica (Alemania) o en dar tiempo a la ONU (Francia), cuando tuvieron cada una su momento histórico de máximo poder, y no hay duda alguna que China y Rusia impondrían al mundo una mano de hierro si fuera alguna de ellas superpotencia única, más aún por el enorme margen que lo es EEUU.
Que esta opción afecte gravemente a décadas de lenta evolución del sistema institucional internacional y de trabajo diplomático del propio EEUU y que, como señalan Nye y Clinton pero también generales como Schwarzkopf, los resultados finales puedan ser más que dudosos, son costos y riesgos razonables a pagar -en la visión de este grupo radicalizado que domina la administración Bush- para aprovechar una oportunidad histórica irrepetible, y para prolongar todo lo posible esta excepcionalidad (como dice sin eufemismos el documento de septiembre). Esta decisión estratégica explica por qué se está yendo hacia una guerra de otra manera incomprensible.


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