Año CXXXV
 Nº 49.553
Rosario,
domingo  28 de
julio de 2002
Min 4º
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El cineasta colombiano habla desde Medellín
Jorge David: "La violencia es signo de nuestra condición nacional"
Pese al conflicto armado "otras realidades hacen posible la subsistencia de la nación"

Patricia Martino / La Capital

Jorge David es antropólogo y realizador audiovisual; nació en un pueblo del departamento de Antioquia y hoy vive y trabaja en Medellín. El año pasado visitó Rosario y presentó en el VIII Festival Latinoamericano de Video su última producción audiovisual: "Darien, el poder de las aguas". Ahora, David contó a la La Capital desde Medellín su visión sobre el conflicto armado colombiano.
-¿Es el cine una forma de reflejar el conflicto que vive su país?
-Las pocas películas y documentales producidas en Colombia que alcanzan una difusión internacional reflejan visiones del conflicto de nuestro país, pero no son un medio para que el mundo conozca la realidad del pueblo colombiano. Nuestra realidad es tan trágica y compleja que ni nosotros mismos la hemos podido descifrar. ¿Cómo comprender un país que no ha cesado de estar en guerra por más de 500 años, con apenas breves temporadas de aparente paz? ¿Y cómo comprender este país que se mantiene en su unidad -aunque hecha jirones-, y que no se desmorona a pesar de sus miles de muertos anuales?
-Entonces, ¿Cuál es la realidad?
-La magnitud del conflicto colombiano es inmensa, pero más increíble aún son sus otras "realidades", que hacen posible la convivencia y el mantenimiento de la nación. ¿Cómo es posible entonces una vida cotidiana en medio del fuego cruzado? La violencia en Colombia es ya un asunto cultural, un síndrome genético, un signo de nuestra condición nacional y lo más terrible: un símbolo internacional para distinguir nuestra identidad. En esas condiciones se desarrolla nuestra vida cotidiana considerada por todos como normal: los tiros sonando en la otra comuna, y aquí festejando una final de fútbol de la copa libertadores; o los 100 homicidios del fin de semana que no perturban la actividad comercial de las ciudades. Es algo muy extraño, que para mí ni para nadie que tenga un mínimo de ojo crítico, es normal. Pero así sucede aquí, por algo es la tierra del "realismo mágico", de los Macondos garciamarquianos. Porque en medio de tanta sangre y tanta discordia, la mayoría de los colombianos intenta reconstruir su país y sus afectos. Los festivales no paran, la producción agrícola o petrolera no para, la creatividad sigue desbordándose sin límites. Estas realidades, que sostienen la nacionalidad, no son tan exhibidas en las producciones audiovisuales como las imágenes del conflicto político y militar.
-¿Cuál es el riesgo de filmar en las calles de Medellín?
-Pues los riesgos son muchos, como muchos son los riesgos de vivir en este país y en esta ciudad que es más violenta y siniestra que Beirut, Kandahar o Sarajevo. Sin duda se tiene que tener un gran coraje y gran astucia, como la utilizada por Víctor Gaviria, el maestro del cine en esta ciudad (autor de La vendedora de rosas, entre otras realizaciones, y que además es un reconocido poeta, ndr), que ha producido un método de filmación y producción bien singular, basado en la compenetración con personajes reales, de la calle, los cuales se convierten en actores en un momento impensado, y cuya actuación finalmente es sólo testimonio crudo, que por lo mismo se vuelve ficción e inverosimilitud. Aparte de estos riesgos generales producidos por la violencia, están los peligros del atraco, que en el caso de Medellín están a la orden del día y en cualquier esquina; y la imposibilidad de acceder a territorios vedados en ciertas áreas de la ciudad, en las cuales la presencia estatal es casi nula y su dominio corresponde a alguna de las más de 300 bandas delincuenciales existentes.
-¿Conoce casos de personas amenazadas que han debido abandonar el país?
-Conozco muchos casos de exiliados. En Colombia hay alrededor de cuatro millones de personas en el exilio. Unos se han ido porque la situación económica se ha hecho inaguantable; otros porque han sido perseguidos políticos; y los demás, por dignidad, porque éste es un país que, por culpa de su corrupta clase dirigente, genera una profunda abominación de pertenencia a su tierra, abominación a lo suyo, a su identidad.
-¿Cómo resumiría la situación de su país?
Es un tema para largo, además de desgastante y enfermizo. Pues aquí hay de todo: los grupos insurgentes y otros grupos armados impiden realizar películas, así como interrumpen todas las demás actividades de una vida cotidiana, y hay connivencia de todos los sectores sociales con el narcotráfico. Esta, sencillamente, es una sociedad que se sustenta en la mafia de las drogas, que todas las ciudades del mundo requieren para no enloquecer absolutamente.



(Ilustración: Gabriel Ippóliti)
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